domingo, 22 de marzo de 2020

VIAJES - UN DIA EN MONFORTE DE LEMOS







UN DÍA EN MONFORTE DE LEMOS




Monforte de Lemos es una de las ciudades más importantes de la provincia de Lugo. Lo es por su patrimonio, por su historia y por su pujanza económica dentro de este territorio. Para mí, durante muchos años, fue solamente una referencia ferroviaria que conocí cuando empecé a viajar a Galicia en tren.
En la Estación de Monforte se bifurcan las lineas de A Coruña y la que llega hasta Ourense Empalme, que a su vez da acceso a Santiago de Compostela y Vigo. 
El antiguo tren Estrella de Galicia (también apodado por los ferroviarios "Shangai", debido su largo recorrido y prolongado tiempo de viaje) unía Barcelona con A Coruña y Vigo. Este era el medio de transporte que mi familia y yo utilizábamos para desplazarnos desde Cataluña a Galicia y viceversa.
El tren llevaba dos composiciones, una a Vigo y otra a A Coruña que se separaban en Monforte. Las maniobras para efectuar estas operaciones de segregación se prolongaban una media hora, cuando circulaba con el material convencional. En la actualidad estos trabajos, con el moderno Talgo que sustituyó al Expreso,  aún duran veinte minutos. Tiempo suficiente para apearse del tren y estirar las piernas por el andén, o tomar algo en la cafetería de la estación o en los bares que hay frente a la misma.  Me acompañará siempre el recuerdo de uno ellos donde con el vino o la cerveza te ponían una tapa de callos que quitaba el sentido.


En ese entorno se ha colocado un monumento donde la niña despide al padre, ferroviario que marcha con su cesta de mimbre al trabajo. Puede relacionarse con la figura del maquinista, fogonero o cualquier otro de los que tenían que prestar servicio en otras estaciones y estaban varios días fuera de casa.

Como decía al principio, mi percepción de Monforte era estrictamente ferroviaria, cosa que cambió hace algunos meses cuando, en una excursión a La Ribeira Sacra, hicimos una  parada en el centro de la ciudad. Estancia breve, para el alivio de alguna necesidad, tomar un café y marchar con la curiosidad despierta de retornar para  descubrir las maravillas que la Capital de la Comarca de Lemos encierra.  



Desde la Estación hasta el centro vamos caminando, la distancia no es mucha y esa es la mejor forma de conocer los lugares y poder recoger con la cámara aquello que me llama la atención. Mi primera fotografía, en este paseo, es para el Colegio Público  Ferroviario; el que exista esta escuela es prueba evidente de los estrechos lazos que unen a la población con este medio de transporte:



Por el camino hasta llegar al Río encontramos una vieja ermita y también una casa con su fachada blasonada, pero en estado ruinoso, indicativo de que el tiempo y la vida pueden también con los más pudientes.




Llegamos al Río Cabe, un afluente del Sil,  que atraviesa Monforte de Lemos siendo uno de sus atractivos. Parajes tranquilos y bellos que sirven a los monfortinos como lugar de esparcimiento, ya sea paseando por sus márgenes o navegando en canoa por sus aguas.


Cuando me refiero a los monfortinos disfrutando del Río Cabe, evidentemente no me refiero a estos patos, aunque también. Los supongo oriundos del lugar y  comparten este espacio añadiéndole su particular encanto.


Son varios los puentes que podemos ver sobre el Río Cabe, el más importante su Puente Medieval. Este puente, según se cree de origen romano, debe su estado actual a las obras realizadas en el mismo a finales del Siglo XVI, consta de seis arcos y es conocido también como el Puente Viejo:





Situado a corta distancia otro puente, éste más moderno, nos llama la atención, és de madera y su estructura es más propia de los tiempos actuales:


Seguimos caminando en dirección al Monasterio de Nuestra Señora de la Antigua conocido también, por su arquitectura herreriana, como El Escorial Gallego. En su estructura nos recuerda ciertamente al que Felipe II mando construir en las cercanías de Madrid:




El impulsor de la fundación de este Monasterio, que se empezó a construir en 1593, fue el Cardenal Rodrigo de Castro. Merece este personaje que recordemos algunos datos sobre su figura, dada  su importante trayectoria y la influencia que tuvo en el entorno en el que transcurrió su vida.
Era hijo de Beatriz de Castro Osorio,  tercera Condesa de Lemos. Sevilla y Valladolid pugnaron por ser la cuna de este religioso aunque por los datos que se conocen es muy posible que naciese en la capital castellana. El nacimiento, el 5 de marzo de 1523, se habría producido durante una visita que la bella Beatriz realizó, estando en avanzado estado de gestación, a su ciudad natal. Se cuenta que era tal la belleza de esta Dama que dio origen al siguiente dicho:

“De las carnes, el carnero, 
  de los pescados, el mero,
  de las aves, la perdiz,
  de las mujeres, la Beatriz”

Rodrigo de Castro estudió derecho canónico en la Universidad de Salamanca siendo ordenado sacerdote en 1559. Durante su carrera eclesiástica ocuparía el Obispado de Cuenca y el Arzobispado de Sevilla, siendo nombrado Cardenal por el Papa Gregorio XII el 15 de diciembre de 1583.
Su actividad política le llevó también a ser Miembro del Consejo de Estado y persona de confianza de Felipe II. 
Era asiduo participante de los actos de sociedad y un enamorado de la caza y la cetrería. Por estas actividades que exigían un buen dispendio económico  fue muy criticado. Quienes le criticaban lo hacían obviando que el interés de Rodrigo por las Artes y la Cultura  le llevó a invertir parte de su fortuna en las mismas. Coetáneo de Cervantes y Lope de Vega se convirtió en mecenas de ambos ayudándolos a progresar en su carrera literaria. Cervantes reconoció públicamente que sin este mecenazgo le habría sido imposible llevar adelante su obra y Lope de Vega, agradecido, le dedicó estos versos:

"Príncipe glorioso,
 que ya de mejor púrpura vestido,
 rayos ciñe de luz, estrellas pisa"

Su gusto por el boato y la suntuosidad, no le hizo olvidar a los más desfavorecidos. Creo una residencia para mujeres en situación precaria, algo muy inusual para la época, luchó por mejorar el trato y las condiciones de vida en las prisiones y se volcó en la ayuda a los clérigos más pobres. También promovió y sufragó la construcción de hospitales y asilos.
Monforte y las tierras de Lemos fueron siempre una de sus prioridades y allí quiso dejar su mayor obra con la construcción del Monasterio Colegio de Nuestra Señora de la Antigua. La ciudad le recuerda con  una escultura situada en los Campos de la Compañía. En el pedestal de la misma, una placa recoge el agradecimiento de la ciudad, honrando su recuerdo y citando su mecenazgo hacia Cervantes y Lope de Vega.
Rodrigo de Castro fue un adelantado a su tiempo que tuvo una larga vida para la época en que vivió. Murió con  77 años, en Sevilla, el 20 de septiembre del año 1600 dejando  tras de si un vasto legado pero sin poder ver terminada su mayor obra.



Este complejo fue regentado en sus primeros tiempos, hasta que  fueron expulsados de España en el año 1767, por los Jesuitas. A mediados del Siglo XVIII pasó a pertenecer a la omnipresente Casa de Alba, quien cedió su gestión en el año 1873 a los Padres Escolapios.

La visita guiada que haremos incluye el Claustro, Iglesia y  Museo. De la mano y siguiendo las explicaciones de Paula, una  Guía simpática y muy conocedora de sus entresijos,  conoceremos las particularidades de este lugar.
Accedemos por la entrada del Ala Este y lo primero que vemos es una monumental escalera de granito que lleva a las estancias superiores:





Esta escalera consta de tres tramos y es un ingenio de arquitectura ya que se sustenta sin apoyos visibles, solo unida por el equilibrio entre las fuerzas de sus distintas partes. Los peldaños, de una sola pieza, miden tres metros de largo cada uno y están distribuidos, trece en el primer tramo, nueve en el segundo y trece en el tercero.



Desde la recepción pasamos al Claustro, donde sobre sus arcos porticados podemos contemplar varios escudos de armas, el más destacado el del propio cardenal Rodrigo de Castro:


El Claustro, como suele ser habitual en estos espacios, es un lugar de recogimiento no exento de atractivo, como puede verse en las siguientes fotografías con la cúpula y el campanario elevándose hacia el cielo gallego:





Accedemos a la Iglesia en la cual veremos primero, atendiendo las explicaciones de Paula, el impresionante retablo dedicado a la Virgen María. Está tallado en madera de nogal, siendo su autor  Francisco Moure, que murió antes de finalizarlo. Tras su fallecimiento, el encargado de terminar lo que restaba de esta obra sería su hijo y ayudante  Francisco.
Moure era, cuando fue contratado, el escultor titular de la Catedral de Lugo, en la que  entre otras obras que realizó cabe destacar el Coro.



Al ser llamado para ir a Monforte ya estaba enfermo. Sabía que seguramente moriría antes de poder terminar los trabajos encomendados, por lo que puso como condición que no solo debían contratarlo a él sino también a su hijo y al resto de su equipo, además de encargarse del mantenimiento de su familia. Con ello aseguraba el bienestar de los suyos si él faltaba. Estas condiciones  le fueron aceptadas sin imaginar  que Moure utilizaría su última obra para plasmar algunos detalles burlescos en la misma.
El escultor, sabiéndose al final de su vida, se tomó alguna licencia en el Retablo de la Iglesia de Nuestra Señora de la Antigua, cosas que a primera vista pasan desapercibidas, pero que nuestra guía Paula nos fue descubriendo poco a poco. No entraré en demasiados detalles para que si algun@s de quienes me leéis hacéis  esta visita podáis descubrirlos por vosotr@s mism@s, ayudados por las explicaciones de quien os guíe en la visita.



El retablo nos habla de la vida de la Virgen María y en él se recrean diversos pasajes de su historia. 
Moure, que trabajó  casi en exclusiva en encargos eclesiásticos y por tanto hubo de someterse a una moral estricta y a los tabús de la época, se sentía encorsetado por unas creencias que limitaban su creatividad. En Monforte vio llegado el momento de sacar lo que tenía reprimido y se permitió en esta obra, como antes señalaba, alguna licencia. 
Sabía que el tiempo estaba a su favor, por las prisas que se tenían en inaugurar la Iglesia. Era difícil que algunos detalles de los que fue introduciendo en el retablo fuesen apreciados y, si lo eran, pensaba que por el apremio en tenerlo todo listo no le obligarían a corregirlos. Por ello a día de hoy podemos ver que ese Retablo no se ajusta del todo a la ortodoxia.
Una de estas singularidades a las que me refería es la presencia de un perro en la circuncisión de Jesús. El can espera ansioso que el prepucio, fruto de esta operación, caiga al suelo para comérselo. En la misma escena podemos ver como San José esta a punto de desmayarse sobre La Virgen afectado por la impresión que ese acto le produce. 
La presencia del propio Cardenal, ataviado con su casulla,  figurando en el Retablo junto a  María cuando la Iglesia  aún estaba lejos de inventarse es algo que queda bastante fuera de lugar.
También  aparece algún torso de mujer desnudo, mostrando sus senos, lo que transgredía totalmente a la moral que regía en aquellos años. 
No cuento más pues creo que es más interesante descubrir esas curiosidades  viéndolas en vivo y si os las cuenta alguien como Paula (imagino que sus compañer@s, lo pueden hacer igual de bien) pues mucho mejor.









A la izquierda del Altar Mayor podemos ver una escultura del Cardenal, arrodillado en actitud orante, que mira de frente a la Virgen de la Antigua, de la cual era gran devoto. Sobre  la Virgen el Escudo de Armas de la Casa de Lemos recuerda que allí está enterrada Beatriz, la madre de Rodrigo de Castro. 






Se sabía que el Prelado fue enterrado también en la Iglesia pero se desconocía exactamente donde. Fue una casualidad y un electricista quienes desvelaron  el misterio durante unas obras realizadas en el Templo. El electricista hurgando en la pared, tras la escultura del Cardenal, descubrió una cavidad en la que hallaron un cuerpo momificado que resulto ser el de Rodrigo de Castro. Estaba depositado allí, sin ataúd y encogido por la falta de espacio y en el mismo lugar y posición, según  parece, sigue reposando.




En la Cúpula, rematada por cuatro ángeles que sostienen en una mano el escudo del Cardenal y en la otra una custodia, puede apreciarse algún deterioro sufrido por la misma durante el terremoto con epicentro en Lisboa del año  1755.
La Iglesia es de planta de Cruz Latina, con pasillo central y capillas laterales. 
Citaré a continuación algunas de estas capillas con particularidades de las mismas:
La del Santo Cristo. La preside una imagen de Jesús crucificado que fue regalada por Felipe II al Cardenal, con quien le unía una estrecha amistad. Está realizada en mármol y su autor fue el italiano Valerio Cioli. Parece ser que la imagen fue encargada inicialmente para el Monasterio de San Lorenzo del Escorial:



La capilla de la Adoración de los Reyes Magos, tiene una copia muy lograda del cuadro original de Van der Goes, que estaba en el mismo lugar. Esta copia formaba parte del contrato de venta al Kaiser Friedrich Museum de Berlín. La necesidad de proveerse de fondos para la restauración del edificio motivó que el cuadro fuese vendido, ofreciéndose primero al Patrimonio Nacional, que declinó la oferta al no poder pagar lo que ofrecía el museo alemán por el mismo.




La Capilla de las Reliquias, las cuales estaban depositadas en los huecos de las figuras que hay en dicha capilla y que desaparecieron tras las sucesivas invasiones,  con los consiguientes expolios, que las tropas de Napoleón realizaron en Monforte de Lemos.





El Púlpito también es interesante; es de estilo renacentista, sostenido por un águila con las alas abiertas y tiene un contorno exagonal que recoge las imágenes de San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín y San Gregorio Magno, además del escudo de las Escuelas Pías.



 Otros detalles de la Iglesia de Nuestras Señora de la Antigua:



Dos ejemplares muy diferentes, lejanos en el tiempo una de otra, de Pilas Bautismales.




Nos queda por ver el pequeño Museo que recoge pinturas interesantes de autores de tanto prestigio como El Greco. Suyos son los lienzos que representan a los Santos San Lorenzo y San Francisco de Asís:




Otro pintor cuyas obras podemos admirar es Andrea del Sarto, con cuadros sobre Santa Inés, Santa Catalina de Alejandría (Patrona de los Filósofos), San Pedro y San Juan Bautista:







Algunas pinturas más y utensilios de culto se exponen en este museo. Podemos ver alguna talla, libros y también objetos personales del Cardenal, como sus guantes y una copia del crucifijo que presidía sus homilías; curiosamente nunca se encontraron sus joyas.








Finalizada la visita volvemos al exterior. Salimos a la Plaza de la Compañía, en la cual se celebran la mayoría de los actos festivos de la ciudad y damos un breve paseo por la zona de jardines y el pequeño parque situado entre el Monasterio y el Río Cabe:








Nuestro siguiente objetivo es subir a lo más alto de Monforte de Lemos, donde se situa el antiguo Convento de San Vicente do Pino, convertido en Parador de Turismo. En lugar de ir por la carretera lo haremos atajando por el centro de la población:








Desde la Plaza de España subiremos por una empinada cuesta que nos lleva, pasando por la antigua Judería,  hasta el complejo del Convento de San Vicente do Pino.












Es recomendable estar en buena forma física para darse estos paseos,  de lo contrario uno lo nota,  flojean las piernas y falta el aliento, cosa que sufro en primera persona. Sabemos  que hay que cuidarse para mantenerse en buena forma física pero...Cuesta tanto. En fin, una vez arriba pienso que  el esfuerzo ha valido la pena. 
Desde este emplazamiento se divisan Monforte y la Comarca de Lemos de un forma inmejorable. El cielo aún está algo tapado, lo que ha hecho la subida más llevadera, pero no tardará en abrirse y entonces el sol se convertirá casi en un castigo. Como  no hay mal que por bien no venga, a medida que las nubes se van disipando el paisaje se vuelve esplendido, lo será aún más desde lo alto de la Torre del Homenaje.


  
Desde  las almenas de esta torre, Monforte y su comarca se ofrecen para que el ojeador pueda disfrutar de toda esta belleza a vista de pájaro. La Primera impresión es de vértigo y mis rodillas  empiezan a quejarse pero mirando el paisaje me olvido de ello.



















Bajar será más fácil y lo hago observando todo lo que contiene este pequeño museo en que se ha convertido la Torre del Homenaje.



Una maqueta seccionada nos adelanta como es el tránsito a cada uno de sus pisos y lo que estos contienen:



La armadura no es mía pero me siento como si la hubiese llevado puesta hasta ahora. Uno de los bancos situados en las ventanas me ofrece unos minutos de reparador descanso.













Hora de desandar el camino y buscar donde reponer fuerzas. Llevo anotado un restaurante que forma parte del Centro do Viño da Ribeira Sacra, que está ubicado a escasos metros de la Plaza de España; echamos una hojeada en otros locales y al final nos decidimos por este. La elección es acertada, la comida  buena y bien presentada llega acompañada de un buen vino de la tierra. A día de hoy, nunca se sabe como será mañana, este restaurante es un local recomendable.



Completaremos nuestra estancia en Monforte de Lemos con una visita al Museo del Ferrocarril de Galicia. No voy a descubrir nada que no haya visto antes pero como ferroviario todo lo que está ligado a este medio de transporte sigue teniendo mucho interés  para mí. Algunos lo llaman deformación profesional, quizás sí, pero  también es cierto que los trenes forman parte de mi vida desde que nací.


Los terrenos en los que se ubica el Museo están situados paralelos a la vía que une Monforte con A Coruña. Yendo en el tren, desde este lugar, la distancia hasta los andenes me parecía menor,  pero a pie el tiempo se multiplica. Tendremos que aligerar en la visita para estar en la estación a la hora de coger el tren de vuelta.
El espacio anterior a la gran nave en que se encuentra la mayor parte del Museo lo ocupa la recreación de  una estación con enclavamiento mecánico de palancas. Puede parecer muy antiguo pero este sistema aún se sigue utilizando en algunos tramos del ferrocarril convencional. Las vías y el material que circula por ellas se han construido a pequeña escala, incluidas rotonda y aguada.



Nada más entrar a la nave veo reluciente, como nueva, una Mikado, quizás la más bella e impresionante locomotora de vapor que ha rodado por los raíles de la geografía española y de otros países. Aunque mi profesión no era la de maquinista, creo que como a la mayoría de ferroviarios, me emociona pisar su estribo (no se permite ir más allá en el Museo) y observar su cabina de mando. Ya la veo,  deslizándose sobre la vía, humeante, majestuosa; siento como el maquinista hace uso del silbato, avisando de su proximidad a los obreros de la brigada que trabajan en los contornos de la vía o comunicándose con el personal de la estación o los viajeros. Ese imaginario pitido está lleno de matices y recuerdos que me trasladan en el tiempo.







Me sorprende (he de decir que no lo esperaba) la cantidad de material que los gestores de este Museo han conseguido reunir y reparar hasta dejarlo en perfecto estado de revista y funcionamiento.
Coches Salón como el de la siguiente fotografía y otros dedicados a distintos usos están situados sobre los raíles, como dispuestos a emprender viaje. Son una agradable sorpresa   para  los visitantes que no se han relacionado mucho con el tren y desconocen ese tipo de material. Como casi siempre, los niños son los más curiosos y los más sorprendidos.













Otra impresionante locomotora, esta de alimentación diésel, de las  que sustituyeron a las de vapor en las lineas del norte que estaban todavía sin electrificar. Eran popularmente conocidas como los cocodrilos, por su longitud y su color verde.




Gabinetes de Circulación con distintos tipos de sistemas de enclavamiento para garantizar la seguridad en el recorrido de los trenes.










Multitud de relojes de todo tipo, trenes en miniatura y otros objetos complementan el patrimonio ferroviario expuesto en este Museo.













La visita al Museo Ferroviario de Galicia se completa con un corto viaje hasta el depósito de locomotoras donde está la rotonda con la placa giratoria que se usa para invertir el sentido de la marcha de estas máquinas.



El día ha sido muy intenso, salimos esta mañana en un tren Alvia de A Coruña  que, por vía Ourense, nos trajo hasta Monforte de Lemos, ahora hacemos el regreso, por vía Lugo, combinando un Alvia y un tren de Media Distancia. 
Esta ciudad seguirá siendo para mí una referencia ferroviaria pero ahora, que he podido conocer parte de su rico patrimonio, ya es algo más que un lugar de paso, es un lugar al que me encantará volver para seguir descubriendo lo que aún no sé de ella.
 


Matías Ortega Carmona


Monforte de Lemos, de  27 de agosto de 2019