jueves, 26 de octubre de 2017

VIAJE POR EXTREMADURA Y TALAVERA DE LA REINA - BADAJOZ






VIAJE POR EXTREMADURA Y TALAVERA DE LA REINA 



2ª ETAPA BADAJOZ



Hemos solicitado en la recepción del hotel que nos sirvieran el desayuno un poco antes de lo habitual a lo que han accedido sin ningún problema. De esa forma a las 9 de la mañana estamos en la estación para tomar nuestro tren que saldrá a las 9,10 horas, tiempo suficiente para saludar a Ana, la Supervisora a la que mencioné en el reportaje anterior  dedicado a Mérida.
55 minutos de viaje separan la Capital de Extremadura de la Capital de la Provincia. Los recorreremos, bordeando en muchos tramos el Río Guadiana, a bordo de un tren regional.

  

Sin ninguna demora, llegamos a Badajoz a la hora prevista 10,06 horas. No había estado nunca en esta ciudad ni tampoco en su estación que se encuentra un poco apartada del centro urbano. Preguntamos a los compañeros que prestan servicio en taquilla y nos informan de que autobús hemos de coger y después de hacer un par de fotografías nos encaminamos a la parada.


Lo más artístico del edificio ferroviario es este mural, pintado sobre las puertas de acceso a andenes  en la sala de espera. La actividad es mínima y recuerdo con añoranza otros tiempos en que las estaciones de ferrocarril, incluso las más pequeñas, eran lugares llenos de vida.
Nos han recomendado bajar del autobús en la parada que hay junto a la Plaza de Minayo que lleva el nombre del quien fuera Obispo de la ciudad de 1755 a 1759. Desde esta plaza, situada en pleno centro urbano, podremos acceder caminando a los lugares que deseamos visitar en la capital pacense. 
En la plaza y en sus aledaños se encuentran edificios tan emblemáticos como el Hospital Provincial de San Sebastian, el Teatro Ayala y la Iglesia de San Juan Bautista.





Esta plaza es llamada también  la Plaza de los Tres Nombres pues en ella, junto al Obispo Minayo, se homenajea con sendas estatuas a otros dos personajes ilustres :


La de José Moreno Nieto (1825-1882) está situada en un pedestal delante del Teatro Ayala. Recuerda al político, escritor e historiador que fuera, entre otros méritos destacables en su trayectoria,  Diputado en Cortes y Presidente del Ateneo de Madrid.


A Manuel Godoy y Álvarez de Faria, Favorito y Primer Ministro del Rey Carlos IV y al parecer amante de la que después sería esposa del Rey, también se le recuerda en otra efigie. Viste uniforme militar y sostiene en su mano el Tratado de Badajoz por el que se ponía fin a la Guerra de Las Naranjas con Portugal. Otro detalle significativo de esta escultura es que uno de sus pies pisa  un cañón en una alegoría a la Paz. 
Godoy tuvo mucho que ver con la llegada de los franceses a España y la abdicación de Carlos IV, fue un firme aliado de Napoleón y tras la Guerra de la Independencia se exilió a Francia , acabando sus días en París.

Por la Calle Obispo San Juan de Ribera, llegamos a la Plaza de España donde se alza La Catedral.  Es una construcción que evoca más a una fortaleza que a un edificio religioso. Destaca su torre cuadrada de 41 metros de altura y 11 metros de ancho, con tres cuerpos superpuestos, rematados por otro donde se ubican las campanas. No tiene la magnitud de otras que hemos visitado pero aún así resulta interesante en algunos detalles.
Este templo se consagró en 1276 bajo la advocación de San Juan Bautista. Inacabado en su inauguración, las obras y las modificaciones se prolongarían hasta el el Siglo XVIII cuando alcanzó su aspecto actual.




Llama la atención una colosal lampara colgada del crucero de la nave central. Tiene  de 6,5 metros de altura, 3,8 metros de diámetro y 102 brazos, su peso es de 3750 kilos. Como detalle curioso decir que este artístico artilugio no se construyó para la Catedral, llegó a ella procedente del Palacio del Congreso de Madrid  de la mano (es un decir) de Adelardo Lopéz de Ayala,  cuando éste  era su Presidente.



Preside el Altar Mayor un Retablo Barroco obra Ginés Lopéz que lo realizó entre 1715 y 1717. Está hecho en madera dorada  al igual que la talla principal que representa a San Juan Bautista quien tiene a derecha e izquierda las figuras de San Pedro y San Pablo. Sobre ellos se sitúa la escultura de la Inmaculada.


El Coro es otro de los motivos artísticos destacable de la Catedral. Su autor fue Jerónimo Valencia que lo realizó entre 1555 y 1559 y es de estilo plateresco. Está situado en linea con el Altar Mayor en la nave central.


En el centro podemos ver una figura de bronce realizada en 1767 por el artista José Rivero. Se trata de un atril de lectura conocido por El Aguilón.


La sillería, como suele ser habitual en estos templos, es una obra de arte ¡que épocas aquellas en que el tiempo empleado no era un obstáculo para que los artesanos dieran rienda suelta a su creatividad! Ponen la música  en este espacio  tres   órganos, dos de estilo renancestista en los laterales y el central, barroco, en el que está el escudo del Cabildo.


Lo vemos por la parte posterior del Coro donde está la entrada a la Cripta en la que según lo que he leído se encuentra la Sacristía. No es nuestro día de suerte y no podemos visitarla. Lo mismo ocurre con el Museo Catedralicio y el Claustro que según nos dice un funcionario se encuentran en obras.


Finalizaremos nuestro recorrido viendo las diversas capillas que hay las naves laterales. En primer lugar vemos la Capilla del Sagrario que es la mayor de todas. Fue construida a mediados del Siglo XVI por Gaspár Méndez, siendo el Retablo obra de Blas de Escobar. El techo está formado por una doble bóveda estrellada gótica, en las paredes podemos ver varias pinturas al oleo y en el suelo las lapidas que cubren las tumbas de algunos obispos de la ciudad. 






En la Capilla del Bautismo encontramos un retablo en madera dorada que recoge varias pinturas al oleo, entre ellas la  del Bautismo de Jesús y la de Nuestra Señora de Sopetrán Patrona de Almoharín (Cáceres).




Este retablo pertenece a la Capilla de La Virgen de La Antigua, data de 1697 y el cuadro de la Virgen es una reproducción del existente en la Catedral de Sevilla. Pintado por el pintor madrileño Antonio Monreal, es la segunda copia realizada en 1632 y sustituyó a la primera de 1498 muy deteriorada por el paso del tiempo y escasos cuidados.




Salimos de La Catedral para seguir con nuestro paseo por Badajoz. Estamos de nuevo en La Plaza de España, un espacio donde edificios de distinto estilo se dan la mano formando un armonioso conjunto.



La Casa Álvarez Buiza proyectada por  Curro Franco y Adel Pinza se  construyó entre 1918 y 1921, corresponde al llamado Estilo Regionalista y es una bella muestra de la obra de estos dos arquitectos que podemos encontrar repartida por varios lugares de la ciudad.




Uno de estos edificios es el Ayuntamiento. De estilo Neoclásico, se construyó entre 1852 y 1856 siguiendo el proyecto del arquitecto municipal Francisco Morales Hernández, consta de tres plantas, baja y dos pisos, rematadas con una balaustrada. Lo corona un campanil en el que se aloja la sonería del reloj situado en el centro, sobre el balcón principal. 
 

Delante del Palacio Consistorial hay una estatua que recuerda al artista pacense Luis de Morales, pintor especializado en temas religiosos por lo que le sobrevino el apodo de  El Divino Morales. En su mano izquierda sujeta la paleta y los pinceles mientras, con su cabeza erguida y mirada distante, parece buscar la inspiración. En el pedestal, una placa en bronce recuerda uno de sus cuadros, La Piedad.



Nos dirigimos a La Plaza Alta, otro de los lugares con encanto e historia de Badajoz. En lugar de tomar el camino más corto, que sería subir  por la Calle San Juan, nos desviamos a la izquierda por la Calle Virgen de la Soledad para acercarnos a la Plaza del mismo nombre donde podemos admirar dos bellos edificios como La Ermita de la Soledad y otro,  llamado La Giralda, que recuerda a la torre de la Catedral de Sevilla.



El entorno de esta plaza alberga otros edificios interesantes por lo que dedicar unos minutos a pasear por ella siempre resulta ameno.





Subiendo, a la derecha, encontramos otra estatua que recuerda a uno de artistas más famosos de esta ciudad; se trata del cantaor de flamenco Porrina de Badajoz quien,  acompañado de su guitarrista, parece querer dedicar a los viandantes una de las coplas que le hicieran tan popular.

Llegamos a La Plaza Alta, un recinto porticado que durante mucho tiempo fue el centro neurálgico de Badajoz. De aspecto renacentista, podemos distinguir en ella  tres partes con una decoración totalmente distinta producto de las diferentes épocas en que ha ido siendo restaurada. A Las Casas Coloradas corresponden las primeras fotografías






En la parte opuesta están las llamadas Casas Consistoriales, edificios donde estuvieron  en tiempos el Ayuntamiento y otros edificios públicos. Pegada a estas encontramos la Parte Mudéjar que se encuentra en pleno proceso de restauración.


Recientemente se ha colocado, en un rincón de la Plaza Alta, una estatua que recuerda al que fuera obispo de la ciudad, Juan Marín de Rodezno. Fue un personaje importante en el devenir de Badajoz que en el Siglo XVII impulsó la recuperación de este entorno con una reforma de gran alcance.



Los pacenses disponen de muchas zonas ajardinadas para su ocio, relajación y alivio de los calores estivales que también los hay. Pegados a La Alcazaba y a La Plaza Alta están los Jardines de la Galera por los que paseamos antes de visitar la fortaleza.






Desde los jardines se accede a una parte de la muralla de La Alcazaba que está en avanzado estado de reforma. Estos muros son un estupendo mirador sobre los campos que rodean la ciudad y la vega del Guadiana.









Llama la atención una atalaya, pegada a estos jardines, que veremos después. Se trata de La Torre de Espantaperros.
 

Una vez vistos los jardines debemos volver a La Plaza Alta pues la entrada a la Alcazaba está en el extremo opuesto. 




La Alcazaba de Badajoz, con sus 72500 metros cuadrados es la mayor fortaleza árabe construida en la península. Se asienta sobre un promontorio llamado el Cerro de la Muela y a sus pies discurren los ríos Guadiana por el norte y el Arroyo Rivillas por el este, confluyendo ambos al noroeste de la fortaleza.




Hay restos anteriores, pero La Alcazaba con su forma actual data del año 1169 cuando Abu Yaqub Yusuf era  el Rey de la Taifa de Badajoz.
Olvidado su pasado guerrero, hoy las murallas permiten pasear por ellas contemplando la ciudad  con vistas de  los puentes de la Autonomía, de Palmas y de la Universidad.





Divisamos también, al otro lado de las murallas, el Convento de Las Madres Adoratrices que se alza, si no estoy equivocado, en el lugar donde hace cuatro siglos estaba la Ermita de San José. En recuerdo de la misma se colocó en 1632 la Cruz del Jubileo con una inscripción que advertía de que era posible ganarlo visitando la ermita.



Caminar sobre las murallas puede inducir a más de uno a pensar en luchas, asaltos y antiguas batallas pero en estas piedras, mientras las recorremos en silencio, yo prefiero encontrar paz y anécdotas.



Anécdotas como las de la Torre  de Espantaperros. Se trata de una torre albarrana de figura octogonal, con una altura de 30 metros construida por los almohades en el siglo XII. Es una joya arquitectónica de su época hecha con fines defensivos.  Está coronada por un templete mudéjar, añadido con posterioridad, en el que se colocaron campanas cuyo peculiar sonido dio origen al nombre de Espantaperros por el efecto que producía a quienes lo escuchaban.



Dentro de La Alcazaba se encuentra el Palacio de los Condes de la Roca y Duques de Feria, sede actual del Museo Arqueológico de la ciudad. Se trata de un bello edificio construido por la una familia de nobles extremeños, los Suaréz de Figueroa, con fines residenciales y defensivos. Las dependencias se agrupan alrededor de un gran patio central decorado con arcos y motivos mudéjares. Las continuas guerras a las que se vio sometida la ciudad castigaron este edificio obligando a sucesivas restauraciones, la última de 1970 que le han dado su aspecto actual:















Recorremos el museo, tal como se nos recomienda, desde la planta superior hasta la planta baja. Ese recorrido es un paseo por la historia, la cultura y las huellas que dejaron, en esta región, las gentes que la habitaron  desde el paleolítico,  con gran influencia de visigodos, romanos y árabes. En las fotografías siguientes una muestra de todo ello:







 











Quiero destacar que, como viene sucediendo el los distintos lugares que visitamos, el personal de este museo es extremadamante amable en su atención, incluso informándonos antes de que lo solicitemos.

Salimos del museo y antes de ir comer hacemos un breve recorrido por los jardines de La Alcazaba. 



Una pena que el día no esté más claro para contemplar con mayor nitidez el Río Guadiana y las tierras de esa basta llanura. Por la parte opuesta de los jardines, entre los pinos, emerge majestuosa la Torre de la Catedral



Abandonamos La Alcazaba por una de las puertas que da a la Plaza de San José, desde esta, atravesando el Arco del Peso, llegaremos de nuevo a La Plaza Alta.


Por este Arco del Peso, de ahí su nombre, pasaban y se pesaban todas las mercancías que entraban en la ciudad, vino, grano, aceite y ganado. Se construyó en el Siglo XVII y está pendiente de una restauración que le devuelva su mejor imagen.
Comemos el menú del día en uno de los restaurante de la plaza llamado La Casona Alta. Nos lo han recomendado los compañeros ferroviarios y quedamos satisfechos de la comida y el servicio, no tanto de la alegría de uno de los clientes que más que hablar vocifera mientras, junto a otros que le acompañan, beben en la barra del bar. 
La siguiente fotografía no corresponde al restaurante citado con anterioridad y la incluyo como un detalle más o menos curioso de La Plaza Alta.


El tiempo del que disponíamos para estar en Badajoz se acaba. Desandamos parte del camino que hemos hecho unas horas antes para ir hasta la parada del autobús. Subidos a éste, mientras atravesamos el Río Guadiana, nos despedimos de Badajoz, en mi pensamiento la idea de que la visita ha sido muy interesante pero también corta porque nos ha quedado bastante por ver. Se equivocan los que me habían comentado que esta ciudad no tenía demasiado atractivo  y les recomendaría que volviesen a ella con los ojos y el corazón abiertos a todo lo que se puede ver y disfrutar en la misma.




Badajoz 25 de abril de 2017


Matías Ortega Carmona