domingo, 14 de enero de 2018

VIAJE POR EXTREMADURA Y TALAVERA DE LA REINA - TALAVERA






VIAJE POR EXTREMADURA Y TALAVERA DE LA REINA  

TALAVERA DE LA REINA



Son las 8,10 horas cuando salimos del Hostal Cerezo con nuestro equipaje listo para viajar hasta Talavera de la Reina. La mañana es fría, 8 grados de temperatura según la información de mi teléfono móvil, y afortunadamente la espera en la parada del autobús es corta pues éste llega puntual. 
Nos acomodamos en los asientos delanteros para evitar mareos y también con la intención de hacer alguna fotografía, labor difícil pues a las curvas de la carretera hay que añadir que el parabrisas tiene una fractura que lo atraviesa de arriba a abajo. Esperemos que, por lo menos, esa incidencia no sea peligrosa para la realización del viaje.


La carretera discurre cercana a lo que hubiese sido el trazado ferroviario al que aludía al principio del reportaje de Guadalupe, caso de haberse puesto en servicio alguna vez. Es sinuosa pero está en buen estado

La baja temperatura no es obstáculo para que esta señora de avanzada edad, provista un paraguas por lo que pueda ocurrir, realice su paseo mañanero por las cercanías de Alía, el pueblo natal de mi buen amigo Luis.



Pasado Alía, me llama la atención el Hotel Valmayor, situado en un entorno de lo más tranquilo, junto al Camposanto, quizás buscando que la vecindad no sea bulliciosa y perturbe el descanso de los huéspedes.


El paisaje es bastante diferente, cuando estamos a punto de dejar Extremadura, del que vimos cuando llegamos hace cinco días por la zona de Navalmoral de la Mata y Plasencia. En esta vertiente de Las Villuercas el terreno es más abrupto y las altas cumbres se alternan con los pequeños valles.




Alcanzamos la cota máxima del Puerto de San Vicente (859 metros) para en un descenso de unos cuatro kilómetros llegar a la localidad del mismo nombre ya en la provincia de Toledo.


A partir de aquí iremos descendiendo hasta llegar a Puente del Arzobispo, una de las localidades importantes toledanas que dista 37 kilómetros de Talavera de la Reina.



Nuestro hotel en Talavera de la Reina es el  Roma Áurea. Está un poco alejado de la Estación de Autobuses por lo que se hace necesario, más que nada por el equipaje, coger un taxi. 
Es un establecimiento que en su día seguramente fue una referencia en la ciudad pero que actualmente necesita un lavado de cara, por lo menos en lo que se refiere a las habitaciones 204 y 206 que son las que utilizamos nosotros. Los muebles tienen marcas, quemaduras, de cigarrillos, algún aplique de luz medio desmontado y los cuartos de baño, amplios, acusan el paso del tiempo.  El desayuno, tipo continental,  es en principio más bien escaso  aunque el encargado de servirlo pregunte, cuando ya hemos terminado, si queremos alguna tostada más .


Ya sin equipaje, decidimos ir hasta el centro histórico caminando. Vamos con un poco de prisa porque queremos visitar la Iglesia de Santa María la Mayor, muy interesante según la información de que disponemos, pero resulta que solamente está abierta de 12 a 13 horas y no llegamos a tiempo. Nos conformamos con verla desde el exterior y hacer alguna fotografía.


Según iré mostrando, Talavera de la Reina, tiene otras cosas que ver además de la Cerámica, pero es ésta sin duda su principal encanto o al menos, a mi, así me lo parece. 
Tenemos la suerte de que un señor muy amable, al identificarnos como turistas, nos encamine hasta el Paseo Fluvial donde no hace mucho tiempo se inauguraron  unos murales que recuerdan la relación de Talavera con el Rio Tajo.  Estos hermosos azulejos recuerdan un tiempo en el que el río era una fuente vital para la subsistencia de los  talaveranos.












Si mis datos son correctos, este mural  tiene una longitud de 17,70 metros de largo por 3,25 metros de alto. Es obra del Maestro ceramista Antonio Cerro quien llevó a cabo este proyecto de la Asociación de Vecinos San Jerónimo cuya inauguración tuvo lugar  en julio del 2015. Los cinco círculos en los que se representan las escenas tradicionales de pesca corresponden también a los cinco arcos que tiene el Puente Viejo. Como detalle curioso decir que este monumento fue sufragado por suscripción popular pagando cada vecino que quiso contribuir 15 euros por cada uno de los 1275 azulejos que lo componen.

No tiene el Río Tajo, en Talavera de la Reina, la belleza que presenta en el Estuario de su desembocadura en Lisboa, el aire bucólico que le prestan los Jardines y el Palacio de Aranjuez, o la magia con la que rodea Toledo, pero aún así tiene su encanto. Para abrir el apetito nos damos un paseo por su ribera.










En los días que llevamos de viaje hemos comido siempre con cierta prisa y hoy que los horarios no nos aprietan tanto vamos a hacerlo con tranquilidad. Hemos escogido un restaurante, en la margen del Río Tajo, llamado El Monasterio, con una decoración que hace honor a su nombre. Dispone de terraza con vistas al río pero el tiempo no acompaña y decidimos comer en el interior.





La elección resulta acertada y los cuatro coincidimos en tomar de segundo plato un cochinillo asado que teníamos pendiente desde Cáceres. Ahora, viendo la fotografía, pienso que estaría mejor cuando aún teníamos comida en la mesa pero los camareros andaban ocupados y no era cuestión de interferir en su trabajo. De todos modos, aunque no podáis verlo, puedo deciros que si pasáis por el Monasterio el cochinillo es recomendable.

Salimos del restaurante y, mientras llega la hora de poder visitar el Museo de La Cerámica, caminamos viendo los restos de las Murallas Árabes, Siglo X, y Las Torres Albarranas, Siglo XIII, que se mantienen en relativo buen estado gracias a los trabajos de restauración que se vienen realizando.









En ese paseo, podemos ver  la Iglesia del Salvador, convertida en la actualidad en un Centro Cultural.


Y  también vemos, en estado de semiabandono, el antiguo Mercado Municipal que, según leo, espera ser rehabilitado para un nuevo uso. En mi opinión, mientras se toma una decisión al respecto, todo ese entorno debería tener un mejor estado de conservación.


Antes de llegar a la Plaza del Pan, pasamos por el Teatro Palenque, antiguo Convento de los Jesuitas de San Ildefonso creado a instancia del Arzobispo Gaspar Quiroga en el Siglo XVII. Tras diversas vicisitudes y el abandono y práctica destrucción de las dependencias eclesiásticas este lugar se rehabilitó como centro cultural convirtiéndose en Sala de Cine y posteriormente Teatro, función que desarrolla actualmente.


Otro de los teatros de Talavera que vemos paseando es el Victoria. Como el Palenque su historia se remonta a siglos atrás, teniendo como origen un antiguo Corral de Comedias del Siglo XVII llamado Teatro Principal que sería demolido dos siglos después.
Cual Ave Fénix este teatro renacería de sus cenizas de la mano del empresario talaverano Miguel Fernández Santamaría  quien lo volvió a levantar poniéndole el nombre de su hija Victoria.
En la actualidad es propiedad del Ayuntamiento quien lo restauró, respetando su distribución y ornamentación original, en 1994. Se trata de un edificio de tintes modernistas en el que destacan sus balcones forjados y la Cerámica de Ruíz de Luna.


La Plaza del Pan es, además de uno de los rincones con mayor encanto de Talavera de la Reina, el lugar donde late el pulso administrativo de la ciudad. En ella se ubican el Ayuntamiento, la Cámara de Comercio, El Palacio Arzobispal y la Colegiata de Santa María, entre otros edificios importantes. Es de forma cuadrangular y en ella se celebraban, durante la Edad Media, justas y torneos. También se utilizó este lugar para la celebración de actos religioso y corridas de toros.










El centro es un espacio de ocio público dotado de una fuente y bancos, todo ello profusamente decorado con Cerámica de Talavera. Preside la Plaza una estatua de Fernando de Rojas,  escritor autor de La Celestina, quien vivió en la ciudad durante 33 años de los cuales 30 lo hizo como alcalde.


Juan Ruíz de Luna, nacido en Noez  en 1863 y afincado en Talavera a partir de los 17 años fue artista y padre de artistas. Su vocación desde la infancia había sido la de ser pintor y a su llegada a Talavera, donde ya residían dos de sus hermanos, se interesó  por el mundo de la Cerámica estudiando los métodos tradicionales y llegando a dominar las técnicas de tal forma que elevó su trabajo a la categoría de arte. Además de  piezas de fabricación propia consiguió reunir una basta colección que es la que hoy se exhibe en el Museo que lleva su nombre.
No me voy a extender en la información sobre la figura de este personaje pues es algo fácil de conseguir para cualquiera que esté interesado en ello. Solo añadir que su trabajo se puede encontrar en muchos países y que su talento alcanzó resonancia mundial como lo acreditan los muchos premios con los que fue reconocido.


El Museo de La Cerámica Ruíz de Luna ocupa gran parte de las dependencias del antiguo Convento de San Agustín el Viejo que podéis recorrer brevemente a través de mis fotografías.







Una de las cosas que más llama mi atención es este hermoso vestidor.




Pero son múltiples los detalles con los que olvidarse del tiempo en estas salas.










No podía faltar, entre tantas imagenes, la de la Virgen del Prado Patrona de Talavera de la Reina cuya Basílica visitaremos más tarde.




No Todo son piezas de gran tamaño, también se pueden contemplar en el Museo una gran colección de jarrones, platos y figuras que vale la pena fotografiar para contemplarlas con tranquilidad cada vez que uno lo desee. No hay ninguna limitación para hacer fotografías salvo el uso del flash, lo cual agradezco.









Finalizada la visita al Museo Ruíz de Luna, la cual os recomiendo si pasáis por Talavera de la Reina, seguimos nuestro paseo dirigiéndonos a la zona comercial.





Junto a una parte de las murallas encontramos un monumento que recuerda a Fray Hernando de Talavera en el V Centenario de la muerte de Isabel la Católica. Este fraile jerónimo fue Obispo de Ávila, primer Arzobispo de Granada y confesor de la Reina durante gran parte de su reinado.


No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, dice el refrán. Nosotros pecamos de confiados pensando que en la ciudad de la cerámica iríamos tropezando continuamente con tiendas de artesanía donde adquirir un recuerdo de cerámica talaverana. Craso error porque en lo que es la zona comercial no encontramos ni una; las había en Mérida, Badajoz, Cáceres y Guadalupe pero aquí, donde se fabrica, brillan por su ausencia. Nos comentan que las grandes superficies han acabado con el pequeño comercio pero tampoco en los grandes almacenes encontramos nada. Tomamos nota para que no vuelva a suceder lo mismo en próximos viajes.



Nos adentramos en los Jardines del Prado. De estilo francés fueron construidos en 1864 y forman parte del Patrimonio Histórico de la Ciudad. Están muy bien cuidados y hay una extensa muestra de la cerámica talaverana.
















Yo añadiría a esta leyenda "solo respeto y admiración por la belleza del entorno y las cosas bien hechas.




Al final de estos jardines encontramos la Basílica de Nuestra Señora del Prado, construida entre los Siglos XVI y XVII de estilo renacentista. donde se venera a la Patrona de Talavera de la Reina.


La entrada a la Iglesia está protegida por un porche con siete arcos sustentados en columnas toscanas de piedra y la fachada es de ladrillo rematada con una espadaña del mismo material. No podían faltar en este espacio los azulejos talaveranos.



Escenas del Paraíso con Adán y Eva, San Antonio Abad con los animales y otras escenas bíblicas se representan en los muros del exterior e interior.














La antiguedad de los azulejos va del Siglo XVI al Siglo XX y reproducen escenas de la vida de Jesús, imagenes de diversos santos, incluidos los evangelistas.



El Altar Mayor esta presidido por  de La Virgen del Prado cuya imagen se cree fue regalada a la ciudad, en el Siglo VII, por el visigodo Rey Liuva,que impulsó la cristianización a su llegada. El Rey mando construir una ermita para que la Virgen fuese venerada en el lugar donde antes había un templo romano dedicado a la Diosa Ceres. Ésta era la  encargada de favorecer la fertilidad de la tierra y las buenas cosechas según la tradición pagana.
La Ermita original fue sometida a diversas ampliaciones correspondiendo su aspecto actual al año 1649. Bajo la dirección del arquitecto agustino Fray Lorenzo de San Nicolás se acometieron importantes obras, entre ellas la construcción de la Cúpula en el Crucero central.
Felipe II denominó a esta Basílica  como la Reina de las Ermitas. Pío XII le concedió en 1956 la Bula de la Coronación Canónica y el 14 de febrero de 1989 Juan Pablo II firmaba una Bula por la que se elevaba la Ermita a la dignidad de Basílica Menor siendo consagrada como tal el 5 de noviembre del mismo año.



Junto a La basílica de La Virgen Del Prado se sitúan los Jardines de la Alameda, rincón idílico con un lago y unos bellísimos puentes recubiertos de Cerámica de Talavera. 







Este terreno era antiguamente un pequeño bosque cubierto de olmos que debieron ser talados por la enfermedad que aquejaba a esta especie. En su luga,r en 1982, se construyeron estos jardines de estilo inglés  que junto a los Jardines del Prado constituyen el gran pulmón verde de la ciudad.







Con estos hermosos paisajes damos fin a la visita turística de hoy. Durante todo el día la lluvia nos ha amenazado sin llegar a caer. Ahora empieza a llover ligeramente y por si acaso va a más decidimos retirarnos al hotel. Llevamos una semana en la que hemos caminado mucho y el descanso apetece.



Apuramos las últimas horas en Talavera de la Reina. El día ha amanecido lluvioso y no hemos madrugado demasiado. Desayunamos y salimos a dar un corto paseo por las cercanías del Hotel.  En la Avenida de Madrid los plataneros, esa especie que tanto abunda en muchas ciudades y cuyo polen es veneno para los que somos alérgicos, presentan una poda muy original que quizás los haga menos dañinos.



Al fondo del paseo se divisa la Cúpula de la Basílica de la Virgen del Prado, bonita estampa para despedirnos de la ciudad antes de coger un taxi que nos lleve a la Estación del Ferrocarril.


En la Plaza de la Estación una última muestra de la belleza que aporta la cerámica talaverana a la fachada de cualquier edificio.


Hace cinco días que pasamos por esta estación a bordo de un tren regional con destino Mérida, ahora deberemos esperar más de lo previsto en la misma pues el tren procedente de Extremadura viene con bastante retraso. Menos mal que tenemos margen suficiente para llegar hasta Madrid Atocha y enlazar con el Ave que nos llevará hasta Camp de Tarragona.


Cuando subimos al tren sigue lloviendo, ya no importa, el tiempo ha sido en general bueno y hemos podido hacer turismo, salvando unas horas en Mérida, sin la molestia de la lluvia que por otra parte es muy esperada y necesaria por estos contornos.


Damos fin a nuestro viaje por tierras de Extremadura y Talavera de la Reina. Como en las demás ocasiones, al final, el viaje se hace corto y el primer deseo es regresar cuanto antes. Sabemos  que eso no será inmediato pues en nuestra cabeza ya vislumbramos el próximo viaje que nos llevará a otros lugares que también tienen su encanto


Talavera de la Reina 

29 de abril de 2017

Matías Ortega Carmona.