¿Aún existe la Navidad en el lugar que nació?
Ya no hay Niño ni Pesebre,
tampoco ovejas y pastores,
se apagó aquella Estrella
que la Buena Nueva anunciaba.
En el cielo solo aviones
y el ruido de las bombas
sustituyendo a los tambores.
No hay bucólicos arroyos
que rieguen la Tierra Santa,
que ahora bebe la sangre
que los hombres derraman,
unos, cegados por el odio,
otros, por la Sed de Venganza.
No aprendió nada esa tierra,
ni los hombres que la habitan
de la historia de aquel Niño,
hacen vano el sacrificio
del quien la Paz proclamaba.
Hacen oídos sordos
y se matan como alimañas.
Los que no hacen la guerra
son los que en realidad
sufren sus consecuencias.
Ancianos, mujeres y niños
que son vilmente asesinados
en esa maldita contienda.
Quizás dentro de unos días,
cuando llegue la Navidad,
los cañones descansen,
en señal de buena voluntad.
Pero solo será un espejismo
en esta cruel realidad.
Lo veremos desde lejos,
la mayoría como algo ajeno,
otros, los “más entendidos”
justificando a uno u otro bando,
cuando la verdad es que, el horror,
la miseria, el hambre, la muerte,
las enfermedades que provoca
esa guerra sin sentido,
ninguna guerra lo tiene,
debería afectarnos a todos.
No puedo felicitar la Navidad
a esas gentes de la Franja de Gaza,
tampoco al Pueblo Judío,
y no porque no lo desee;
lo deseo fervientemente,
pero solo será posible,
cuando unos y otros
apuesten por un objetivo común.
Reconocimiento mutuo,
derecho a una tierra propia,
en la que poder vivir,
formar una familia,
criar hijos que crezcan en Paz,
alejados del Odio.
Mis deseos en esta Navidad,
si realmente existe ese milagro,
es que aquellos que,
(los hay en los dos bandos)
se afanan por conseguir:
Paz, por encima del Odio,
Respeto y Reconocimiento,
Convivencia y no Conflictos,
impongan esos razonamientos
haciendo callar definitivamente
la terrible voz de las armas.
Matías Ortega Carmona
Diciembre de 2023
Nota del Autor:
Me ha sido imposible, este año, viendo los conflictos en los que está inmerso nuestro planeta, unas veces con la indiferencia de la sociedad y siempre con la poca voluntad de quienes realmente pueden pararlos, hacer el clásico poema navideño de siempre. Eso no obvia que, para mi familia para mis amigos y quien ahora me lee, desee que disfrutemos estas Fiestas con el mayor Cariño e Ilusión, transmitiendo a los más pequeños esos valores que hará que cuando vayan creciendo sean más Solidarios con quienes sufren y carecen de lo más necesario.