domingo, 6 de diciembre de 2015

DE BILBAO A FERROL EN TREN DE VIA ESTRECHA - SAN VICENTE DE LA BARQUERA 3ª PARTE





SAN VICENTE DE LA BARQUERA



Son las 09,10 horas del día 05/04/2011 cuando abandonamos Santander a bordo de un tren de Feve que nos llevará hasta San Vicente de la Barquera. 
A nuestra llegada a la capital cántabra pudimos ver el tren turístico de la Robla y ahora que partimos vemos una composición de otro tren, El Estrella del Cantábrico, que hace rutas por Asturias y que suponemos está aquí estacionado para realizarle trabajos de mantenimiento.
También el trayecto que realizaremos hoy transcurre por el interior de la provincia y no veremos el mar hasta llegar a San Vicente de la Barquera; no a la estación sino a la población situada a unos 7 kms. Cuando estamos llegando al apeadero telefoneo al hotel, Faro de San Vicente, en el que nos alojaremos y muy amablemente se ocupan en enviarnos un taxi
En nuestro viaje de  hora y media escasa pasaremos por dos de las poblaciones importantes de la Comunidad de Cantabria, Torrelavega y Cabezón de la Sal, esta última próxima a nuestro destino.
Torrelavega es la segunda ciudad en importancia de toda la región. Industrial y Ganadera, alberga el Mercado Nacional Ganadero en el que se celebran ferias semanales a las que asisten vendedores y compradores de todos los puntos de España y también tiene lugar allí la Feria de Muestra de Cantabria. Es la capital de la Comarca del Besaya con una afectación en habitantes de unos 120000 de las que unos 55000 conviven en Torrelavega. Es también un importante nudo de comunicaciones hacia la Meseta y Asturias y cuenta con dos estaciones de ferrocarril, la de Feve por la que nos lleva nuestro tren y la de Adif que da servicio a los trenes de Renfe.
Cabezón de la Sal es una población de unos 8500 habitantes que debe su nombre a los yacimientos de los que, ya en la época romana, se extraía este producto de importancia capital para la economía de la zona. Cabezón era una medida de cantidad usada para la sal y alguien unió las dos palabras que dieron origen al nombre del municipio.
Había visto imágenes de la población por Internet y también en televisión. La participación  en el concurso de moda, en aquellos días, de un joven de la localidad llamado David Bustamante hoy ya cantante consagrado, fue una operación propagandista de primer orden. He de decir que San Vicente de la Barquera tiene, sin desmerecer a Bustamante, encantos propios, las vistas desde la habitación del hotel son una muestra:





Desde la ventana de la habitación el paisaje es esplendido. La Ría, pequeña y encantadora con la marea baja que deja a las pequeñas embarcaciones varadas en la tierra. El Castillo y la Iglesia de Santa María de los Ángeles, se alzan majestuosos recortándose en el cielo azul como se recortan los montes de los Picos de Europa aún cubiertos de nieve. Realmente hermoso.

San Vicente de la Barquera fue ya en tiempos de los romanos un lugar de referencia que alcanzó su mayor esplendor en el reinado de Alfonso VIII de Castilla. Sus gentes, avezados marinos, participáron en muchas campañas  contra los árabes significándose en la reconquista de Sevilla. Su puerto fue el punto de llegada  de Carlos I de España y V de Alemania para coronarse como Rey, sucediendo a su madre Juana en la  corona de  Castilla y  a su abuelo Fernando en la de Aragón. El Rey se alojó en esa ocasión en el Convento de San Luis, un antiguo monasterio  que en la actualidad es propiedad privada. Ese lugar, recibe visitantes, en determinadas épocas del año, concertando previamente la visita en la Oficina de Turismo.
La localidad está situada en el centro de la Comarca del Parque Natural de Oyambre en el que se pueden visitar pequeñas rías, hermosas playas, dunas y bellos acantilados. 

Dejamos el equipaje en el hotel y salimos dispuestos a recorrer la villa, el Castillo será lo primero que visitemos. Para llegar a él cruzamos uno de los puentes sobre la ría.  Domingo y Mª Dolors están sorprendidos por el fenómeno de la marea por la gran diferencia que se produce entre la bajamar y la pleamar cosa que no sucede en nuestra zona del Mediterranéo, al menos con esa intensidad. Elena y yo, que estamos acostumbrados a verlo en Galicia, les explicamos que todo ese terreno donde las barcas  ahora están varadas en unas horas desaparecerá cubierto por el mar.






Llegamos al Castillo subiendo por calles estrechas y empinadas. El esfuerzo vale la pena, no porque la fortaleza sea algo extraordinario pero si lo son las vistas que desde ella se divisan.
Se trata de una construcción que fue residencia de los Reyes de Castilla hasta que Juan II la cedió a la Villa. Su interior es austero y alberga un pequeño museo en el que se conserva uno de los cañones que la defendían de los ataque que pudiesen llegar desde el mar. También hay una maqueta que nos muestra como era la Villa antigua y su perímetro amurallado.





La vida, entre esos muros de piedra, no debía ser muy confortable pero los paisajes que se pueden disfrutar desde las murallas y almenas son un lujo impagable, algo que compensa de cualquier penalidad.


 









Finalizada la visita al Castillo nos dirigimos a la Iglesia de Santa María de los Ángeles, situada en el extremo opuesto del casco antiguo al que nos encontramos. 
Por el camino encontramos el Palacio de la familia Corro antiguo Hospital de la Misericordia. En él se daba cobijo y atención a los enfermos más necesitados de la zona por voluntad de uno de los  hijos más ilustres de San Vicente de la Barquera, el Inquisidor Antonio Corro.  Hablar de su cargo puede confundir sobre la personalidad de este fraile jerónimo quien, lejos de practicar las tropelías con las que se identifica a la "Santa Inquisición", fue una persona de gran formación con talante humanista que había adquirido a través de sus estudios y también de sus vivencias en varios países europeos en los que pasó algunos años.




El antiguo Hospital de La Misericordia es en la actualidad la Casa Consistorial de la población. A Domingo y a mi nos llama la atención, como ferroviarios, una placa  con los datos geográficos del lugar. Placas semejantes estaban o están en las paredes de muchas estaciones de ferrocarril en las que hemos trabajado.


No tenemos suerte y la Iglesia de Santa María de los Ángeles está cerrada. Añoro esos tiempos en que la mayoría de estos lugares se podían visitar en un amplio horario pero también entiendo que se proteja el patrimonio que hay en ellos de la codicia de algunos desalmados.
En este caso en particular, he leído que en el interior están los sepulcros  de los padres de Antonio Corro y el suyo propio, sobre el cual hay una valiosa estatua esculpida por Juan Bautista Vázquez, escultor castellano apodado el Viejo.







Como ocurría desde el Castillo, también desde los alrededores de este templo se pueden contemplar hermosos paisajes y los restos de lo que fue el Hospital de la Concepción:



Los prados verdes y la montaña santanderina, son la antesala de los imponentes Picos de Europa, frontera natural entre Cantabria, Asturias y Castilla y León:





El paseo nos ha abierto el apetito y entramos en uno de los muchos restaurantes que hay en el centro. Ya que estamos en Cantabria optamos por tomar un menú que incluye el cocido montañés, un plato contundente que sirve para recuperar energías y que casi nos invita a regresar al hotel para descansar un poco y reposar la comida.


Desde la mañana, cuando llegamos, la marea ha subido bastante y aún lo hará un poco más; todas las embarcaciones ocupan su lugar natural flotando en el mar y Mª Dolors y Domingo disfrutan con la novedad.
 


Estamos en el puerto y desde el muelle vemos la margen derecha de la ría y el Puente de la Maza, importante obra de la ingeniería medieval que sustituyó a uno anterior de madera. Este puente llegó a tener 32 arcos siendo considerado uno de los más importantes de España.



Otro de los lugares pintorescos es el Santuario de la Virgen de la Barquera, hacia el que nos dirigimos.





Se trata de un templo construido a la entrada del puerto en el lugar en el cual según la tradición apareció la imagen.  Se tienen referencias de esta iglesia desde el siglo XV. Dentro de ella, presidiendo el Altar Mayor, se encuentra la Virgen de la Barquera y colgada del techo una pequeña embarcación de vela, supongo que en homenaje y recuerdo de las gentes del mar. 
Se cuenta que la Virgen llegó hasta aquí en una embarcación sin remos ni tripulación y desde entonces realiza milagros para que los marineros encuentren los vientos propicios para navegar. 
El segundo domingo, después de Pascua, se celebra la Fiesta de la Folía en la que mediante una procesión marinera y otros actos los lugareños homenajean a su Patrona.
No podemos entrar en la Iglesia pues la puerta de acceso está cerrada pero a través de una reja se puede ver el interior y hacer las fotografías. 
El entorno del Santuario tiene rincones idílicos por los que paseamos durante un buen rato.





El Mar Cantábrico suele batir con fuerza contra la rocas en los días de temporal, evidentemente hoy no es uno de ellos pero aún así, Domingo, se esfuerza en captar con su cámara las olas más rompedoras.








La tarde declina cuando nos dirigimos hasta la zona donde se encuentra el Puente de la Maza, andaremos un poco por allí y sacaremos alguna foto más  mientras llega la hora de la cena.









Se ha hecho de noche mientras cenamos, camino del hotel disfrutamos del paisaje nocturno, notando en el rostro el frío de la noche y la ligera brisa que viene del mar. Ha sido otro día intenso, descubriendo rincones maravillosos como en los anteriores, ahora toca descansar porque mañana continuamos viaje a Oviedo.


Estamos teniendo suerte y el día amanece radiante. Desayunamos antes de dejar el hotel donde nos recoge el mismo taxista que nos había traído el día anterior con el que ya habíamos quedado de acuerdo. En pocos minutos estaremos de nuevo a bordo del tren para seguir nuestro viaje.




San Vicente de la Barquera 06/04/2011

Matías Ortega Carmona