Crónicas de mi aldea
Sentado, desde mi
huerto,
disfruto mirando la Ría.
El cielo está
cubierto
y la tarde es algo
fría.
Veo pasar los veleros
que, empujados por la
brisa,
navegan más que
ligeros
y, digo yo…¿Por qué
tanta prisa?
Las lanchas en las
bateas
cargan el mejillón,
ese fruto de las
mareas
que va destino al
fogón.
A Lourido llegan los
pescadores
que faenan el
calamar,
hoy el día no fue de
los mejores
pero eso son las
cosas de la mar.
Oigo tañer la
campana,
avisando a los
vecinos
que la iglesia los reclama
y, allá van, por el
camino.
Hoy, como cada día,
es la misa de algún
pariente
al que se recuerda
todavía
por ser ¿cómo no?
buena gente.
Los que no fueron a
ver al cura
rezan
en la taberna
que, con el vino que
pone Pura,
la misa es más
moderna.
Y yo sigo mirando,
atento,
buscando historias
que contar.
Unas veces me inspira
el mar,
otras, cuento lo que
siento.
Matías Ortega Carmona