jueves, 31 de mayo de 2012

LIBRO DE VIAJE POR LOS RECUERDOS 2ª ENTREGA DE MIS PAISAJES

Con una rapidez pasmosa fueron cambiando los paisajes de mi infancia. Los campos de cultivo desaparecían, los árboles se arrancaban y en su lugar se edificaban casas y más casas. Los nuevos barrios: Los Molinos, Cirera, Vista Alegre, Cerdanyola, La Llantia, etc eran, son, en lo que no se ha reformado de ellos, un caos urbanístico y un atentado a las más elementales normas de arquitectura. Calles, empinadas y tortuosas, muestran edificios en los que la azotea de uno está al mismo nivel que la entrada del otro.
La ausencia total de servicios y de medios de comunicación con el núcleo de la ciudad convertía estas zonas en focos de marginalidad y muchas veces de inseguridad.

La necesidad de un lugar en el que vivir y la falta de recursos llevaba a los emigrantes a construir viviendas infames que en algunos casos, cuando sus dueños prosperaban un poco, servían para realquilar a otros recién llegados. A éstos (con la etiqueta de “cuarto con derecho a cocina y baño”), paisanos convertidos en sanguijuelas, les alquilaban verdaderos agujeros donde se cocinaba en la misma habitación que se dormía y el baño consistía en un lavabo y un water de uso común.
Poco a poco, aquellos barrios, se irían dotando de alcantarillado y alumbrado. En la calles se construían aceras y se colocaban adoquines que las hacían más seguras para los vehículos motorizados y más peligrosas para los niños, que estábamos acostumbrados a que ése fuese nuestro lugar de juegos.
Casi sin darnos cuenta dejamos de ver pasar los carros de caballos que transportaban mercancías y hasta el Drapaire aquel que, según nos cuenta Serrat ( Joan Manel Serrat, cantautor catalán) compraba trapos y ropa sucia, paraguas y muebles viejos, cambió su viejo carro por una flamante furgoneta en la que, eso si, conservó la campana con la que avisaba al personal de su presencia.

Parque Municipal
La perdida de la calle, como escenario de juegos, hizo del Parque Municipal un lugar habitual de esparcimiento. En un tiempo en el que nadie tenía una especial preocupación por los espacios verdes, Mataró, disponía ya de ese estupendo recinto. Árboles de distintas especies, plátanos, eucaliptos, pinos, cedros y otras especies siguen dando sombra y cobijo a los muchos mataroneses que en cualquier época del año pasean por él.
Un pequeño zoológico, nos permitía disfrutar de la presencia de distintos animales; monos, cisnes, patos y un espectacular osa, a la que llamábamos Julia, contribuyeron durante algunos años a hacer más ameno aquel entorno. Todos estos animales fueron desapareciendo pero el resto del parque apenas ha cambiado. Los
jardines seguían, en mi última visita, igual de cuidados.
En el centro de la fuente, delante del Casal de Avis, la estatua del negrito se mantiene con su sonrisa impertérrita evocándonos rincones tropicales o de ultramar.

Negrito en el Casal dels Avis
Estatuas de personajes celebres de la ciudad, como el arquitecto Josep Puig y Cadafalch, y algún que otro foráneo, están repartidas por distintos rincones recordándonos que en su paso por la vida, esas personas, dejaron una huella másprofunda que la de sus coetáneos.

Estatua de Puig y Cadafalch

La zona de juegos infantiles está en el mismo lugar aunque ampliada con aparatos de aspecto más moderno que no hacen olvidar a columpios y toboganes, que eran y son los preferidos de los pequeños y otros que no se resignan a dejar de serlo. Recuerdo que mis amigos y yo, animados por algún que otro cuba-libre, habíamos rematado las emociones de alguna noche de verbena deslizándonos por el más grande de esos aparatos. Ligados a ese espacio están muchos momentos importantes de mi infancia y juventud.
En el centro del parque hay una gran pista de cemento en la que se utilizaba en competiciones deportivas, eventosmusicales y otras actividades. Esa pista servía también para que los domingos por la tarde y festivos, niños y algunos adolescentes, paseasen en bicicletas alquiladas; las había de tres ruedas para los más pequeños y de dos para los que yasabían aguantar el equilibrio. No recuerdo el precio pero si que, para mis posibilidades económicas, resultaban prohibitivas por lo que en pocas ocasiones podía disfrutar de ellas.
 
Sin cambiar de territorio, mis amigos y yo, pasamos de las bicicletas a perseguir los favores de alguna quinceañera que quisiera hacernos caso. El velódromo de la ciudad, adosado al Parque Municipal, era lo que hoy llamamos un espacio multiusos; allí se celebraban veladas ciclistas, combates de boxeo, conciertos y, los domingos por la tarde, baile con orquestas y los mejores conjuntos musicales del momento. El centro del velódromo, habilitado como pista de baile, era el escenario donde los jóvenes, además de tratar de emular a Fred Astaire y Ginger Rogers (2) buscaban, con intenciones más o menos serias, acortar distancias con su pareja. Son incontables los matrimonios, de Mataró y alrededores, que tuvieron su origen en las tardes del Velódromo.


(2) Fred Astaire y Ginger Rogers, famosa pareja de bailarines americanos, protagonistas de comedias
musicales.