miércoles, 8 de febrero de 2023

HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ

 

 

MIGUEL HERNÁNDEZ

 


 

 

 

 

 

HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ

 

 

Confieso, aunque ya antes había leído alguno de sus poemas y conocía datos de su biografía, que fue escuchando los versos de Miguel Hernández musicados por Joan Manel Serrat cuando me interesé realmente por leer y saber más sobre este escritor y su obra.

 

Es curioso comprobar como la mayoría de nosotros necesitamos una larga vida para dotarla de contenido, mientras otras personas, como el caso de Miguel, viven tan poco tiempo con una intensidad tal, que su legado y vivencias los hacen inmortales. Treinta y un años fueron suficientes para abarcar todas los sueños que forjó siendo niño y sufrir las desgracias que nunca imaginó.

 

En tierras de Orihuela nació, fue niño y se hizo hombre. Tuvo la infancia propia de un hijo de familia campesina, acceso fácil al trabajo y difícil a los estudios. Aún así cumplió en ambas facetas; era el hortelano que trabajaba la tierra:

 

¿Estás hermosa aún, verde y fresca?

¿Tus tierras verdes, su manto

de frutos y rosas guarnecido,

han roto ya por triste encanto

y de las hojas muertas se han vestido?

 

Pero, a golpe de azada y buceando en los libros, fue también el hortelano que cultivó sentimientos regados con sus lagrimas que sirvieron de homenajes al recuerdo de su amigo, Ramón Sijé, al que tempranamente se llevó la muerte. Maravillosa su Elegía escrita para narrar el dolor que embargaba su alma:

 

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.

Dos mujeres marcarían su vida en unas relaciones, la primera tormentosa y pasional con la pintora Maruja Mallo y la segunda, más serena y profunda con la que fue su esposa y madre de sus hijos, Josefina Manresa. De ambas experiencias, Miguel, dejaría constancia escribiendo bellos poemas:

Me tiraste un limón, y tan amargo,
con una mano cálida y tan pura,
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura, sin embargo.

Con el golpe amarillo, de un letargo
dulce pasó a una ansiosa calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno duro y largo.

Te me mueres de casta y de sencilla...
Estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.

Yo te libé la flor de la mejilla,
y desde aquella gloria, aquel suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.

Cuando su carrera como escritor empezaba a consolidarse, estalla la Guerra Civil y el poeta se convierte en soldado. De sus experiencias en los diversos frentes de batalla en los que estuvo, Miguel Hernández nos dejó poemas que denuncian la crueldad y la sinrazón de estas contiendas:

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

Van derramando piernas, brazos, ojos,
van arrojando por el tren pedazos.
Pasan dejando rastros de amargura,
otra vía láctea de estelares miembros.

Ronco tren desmayado, enrojecido:
agoniza el carbón, suspira el humo
y, maternal la máquina suspira,
avanza como un largo desaliento.

La tragedia persiguió siempre la vida del escritor, también en su experiencia como padre; sus hijos nacen en pleno conflicto bélico, muriendo el primero de forma prematura e impidiendo la guerra y el posterior encarcelamiento del poeta que pudiese disfrutar plenamente de esa paternidad. Una carta de Josefina Manresa en la que le dice a su esposo que el hambre acecha de tal forma que sus únicos alimentos son pan y cebolla sirve para que Miguel convierta ese comentario en verso escribiendo sus Nanas de la cebolla:

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tú sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Su periplo por distintas prisiones no impide que siga escribiendo y en su Cancionero y Romances de Ausencia recoge Miguel las vivencias y sensaciones de sus últimos años. En sus primeros meses privado de libertad aun escribe con el ánimo entero y la ilusión de que será capaz de superar esa situación para volver con su esposa e hijo:

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme. no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa ?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy, siénteme libre.
Sólo por amor.

Doce días de libertad, del 17 al 29 de septiembre de 1939 le permiten disfrutar por última vez de la compañía de Josefina y su hijo Manuel Miguel. En enero de 1940 es condenado a muerte y en junio del mismo año la pena le es conmutada por treinta años de prisión. Madrid, Palencia, Ocaña serán etapas en un itinerario de cárcel y penurias que mermará su voluntad y su salud. Su destino final es el Reformatorio de Adultos de Alicante donde fallece en 1942. En este tiempo ha escrito entre otros el poema Me llamo barro aunque Miguel me llame:

Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
Que mancha con su lengua cuanto lame.
Soy un triste instrumento del camino.
Soy una lengua dulcemente infame
a los pies que idolatro desplegada.

Como un nocturno buey de agua y barbecho
que quiere ser criatura idolatrada,
embisto a tus zapatos ya sus alrededores,
y hecho de alfombras y de besos hecho
tu talón que me injuria beso y siembro de flores.

El hombre, que nació de la tierra, vuelve a la tierra. Miguel sabe que su vida acaba y esto se nota en su obra, siente más que nunca la ausencia de su esposa y de su hijo y lo refleja en sus versos. Letras que quedarán ahí, para siempre, para hablarnos de Orihuela y su huerta, de sus sueños y de sus amores. También para que, aquellos que lo leemos, sepamos más de una página oscura de la historia de España, un tiempo en que los hombres se mataban unos a otros en una guerra fratricida en la que, como en todas las guerras, no gana nadie.

Afortunadamente las ideas y las voces que proclaman la libertad pueden ser acalladas temporalmente pero siempre, siempre, vuelven a florecer. Miguel Hernández está con nosotros.

 

Matías Ortega Carmona

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 27 de diciembre de 2022

DE SADA HASTA A CORUÑA

 

 

DE SADA HASTA A CORUÑA

 


 


 


Saludos a Tod@s, reitero mis mejores deseos de unas Felices Fiestas y aprovecho para informaros de la publicación de mi segundo libro, de la Serie Recorriendo Galicia, que lleva el Título "De Sada hasta A Coruña".

Esta es una breve sinópsis del contenido:
Sada en la Ria de Betanzos, llamada La Perla de las Mariñas. Un Concello con muchas cosas interesantes y con unos paisajes bellos y sorprendentes. Gentes amables y un lugar tranquilo para vivir. también para visitar. Inicio de un recorrido maravilloso que bordeando la costa nos llevará a conocer el Concello de Oleiros antes de llegar al de A Coruña donde, tras una visita a esa maravillosa Ciudad, en la que nadie es forastero, acabaremos un viaje que discurre por paisajes de ensueño. Todo ello a través de las páginas de mi libro " De Sada hasta A Coruña", segundo de la serie Recorriendo Galicia.
Veremos y sabremos cosas, anécdotas y curiosidades, sin demasiados datos técnicos, los justos, para situarnos de lugares, entre otros, como Sada, San Andrés de Carnoedo, Mera, Santa Cruz, Santa Cristina y la misma A Coruña. Las fotografías serán el complemento ideal para disfrutar de la belleza de paisajes inolvidables.
No es necesario extenderse demasiado en esta descripción pues una vez abráis el libro, el mismo os llevará de página en página por un recorido que no querréis dejar.
Feliz Lectura
El libro está publicado en Amazon, como mis publicaciones anteriores, y estará disponible para la compra a partir de mañana, 28/12/2022. Os invito a tod@s a que disfrutéis de esos lugares maravillosos.
Este es el enlace de Amazon donde podéis pedir el libro:

lunes, 17 de octubre de 2022

PASEANDO POR ARENYS DE MAR

 

 

ARENYS DE MAR

 

 


Es una población de la Comarca del Maresme muy cercana a su capital, Mataró, la ciudad donde yo nací.

Durante mucho tiempo fue el único puerto pesquero de esa comarca, con una estación de ferrocarril en la cual,  cuando bajaba o subía al tren para ir a la discoteca Borsalino o para ir a pasear, nunca imaginé que sería uno de los lugares importantes en mi carrera ferroviaria.

En Arenys de Mar trabajé como Especialista de Estación y, según fui ascendiendo, después como Factor y Factor de Circulación. Muchos recuerdos, casi todos buenos, de esos años de profesión

También excelentes recuerdos de esas tardes de discoteca ¿que habrá sido de Candida? y de aquellas verbenas tras las cuales esperaba en un banco del anden que saliese el primer tren para Mataró.

Otra referencia de esa población tiene que ver, dada mi afición por la literatura, con Salvador Espriu i Castelló, poeta nacido en Santa Coloma de Farnés, provincia de Girona, con el que me introduje a la poesía en catalán en un tiempo en que eso no estaba muy bien visto. Espriu vivió y está enterrado en Arenys de Mar, en ese cementerio que dominando la ciudad permite que los que allí reposan lo hagan mirando (creo que Él lo hará) a ese Mar Mediterráneo que inspiró a tantos otros poetas. Seguramente son elucubraciones mías, pero siempre he pensado que Joan Manel Serrat pudo inpirarse en esas vistas sobre el mar del Camposanto de Arenys de Mar cuando, en su canción Mediteráneo, canta -" a mi enterradme sin duelo, en la ladera de un monte, más alto que el horizonte, quiero tener buena vista"-.

Sea como fuere, a mi los paisajes que se divisan desde el mirador del Cementerio de la Sinera siempre me han llenado de paz y me han hecho sentir y soñar.

Os invito a pasear conmigo por uno de los lugares, para mí, más entrañables de la geografía catalana.

 


 

lunes, 18 de abril de 2022

PRESENTACIÓN DE DOS ORILLAS RADIO

 



La presentación en audio en Dos Orillas Radio de mi novela El Milagro de Puerto Colombia, narración de Adelina Carrillo con la colaboración de Antonio Serrano.

 

viernes, 1 de abril de 2022

VIDEO - PASEANDO POR CARNOEDO

PASEANDO POR CARNOEDO

 

Carnoedo, es una parroquia del Concello de Sada en la provincia de La Coruña. Es un lugar tranquilo de bellos paisajes que te hará pensar que has llegado al sitio en el que siempre has querido estar. Eso me sucedió a mi hace ya casi 50 años. Estoy seguro de que todo el que pasa por Carnoedo, marcha con el deseo de volver:

 


 

 

 



lunes, 10 de enero de 2022

MIS LIBROS PUBLICADOS

MIS LIBROS PUBLICADOS

Quiero daros las gracias a quienes ya habéis comprado mis libros. A los que aún no lo habéis hecho, pero tenéis en mente  pedirlos, os animo a hacerlo.  Estas fechas navideñas en las que buscamos algo para regalar, un libro siempre es una buena opción.

Podréis viajar, mientras los leéis y contempláis las fotografías, por los maravillosos paisajes de esa mágica tierra gallega recorriendo los lugares más bellos y legendarios de La Costa da Morte:

 
MIS VIAJES POR LA COSTA DA MORTE:
 
 










También conocer esa joya de la Ría de Betánzos que es la villa de Sada y llegar, recorriendo toda la costa, hasta esa maravillosa ciudad en la que nadie es forastero que es A Coruña: 
 
DE SADA HASTA A CORUÑA:
 
 
 
 



















 
Después, dando un salto a través del Océano, llegar con ellos hasta el Caribe colombiano, viviendo su Carnaval y el romance de Yanira y Samuel. 
 
Una agradable lectura, El Milagro de Puerto Colombia:
 




 






Debajo de cada titulo de los libros está el enlace de Amazon en el que se pueden pedir estos. Os deseo una que disfrutéis de una entretenida lectura y también de una Feliz Navidad y un Prospero Año 2024.
 
Matías Ortega Carmona

 
 



 
 



 
 

 
 

 
 

 
 

 
 

 

 
 

 
 

 
 

 
 

 
 

 
 

 
 

 

 
 


 
 
 

viernes, 10 de diciembre de 2021

DICIEMBRE





DICIEMBRE

 

Cuando decidí aceptar la propuesta de Mara para escribir sobre los meses del año en el Grupo de Amigos Escritores me incliné, no sabía bien porqué en aquel momento, por el mes de diciembre.

Fue pensando en cómo encarar ese cometido y en lo que podía contar yo, así a botepronto, de una página del calendario cuando caí en la cuenta de que con el paso de los años, diciembre, ha sido uno de los meses en que han sucedido algunas de las cosas importantes de mi vida.

Muchos recuerdos de la infancia sucedieron en el mes de Diciembre:

Las piernas heladas, porque no era habitual que a pesar del frio invernal, en aquellos años, los niños llevásemos pantalón largo; sí de lana o paño grueso, pero solo hasta las rodillas. La “puesta de largo” acostumbraba a ser con la pubertad y en mi caso creo recordar que sucedió un diciembre cuando contaba 13 años.

La primera vez que pude ver la nieve, disfrutarla y sufrirla también fue en una Nochebuena del año 1962. Aún no teníamos televisión en casa y junto con mis padres y hermanos fuimos al Bar de Aurelio que estaba en nuestra calle a escasa distancia de nuestro domicilio. Por el único canal de TV disponible en aquellos tiempos emitían un programa especial que se daba tradicionalmente en la vigilia de Navidad.

Cuando terminó la retransmisión y salimos del Bar de Aurelio empezaba a nevar. A todos, mayores y especialmente a los pequeños, nos ilusionó ver como aquellas calles de nuestro barrio todavía vírgenes de los adoquines que llegarían más tarde se teñían de blanco. No faltaron las risas y las carreras originadas por una espontánea pelea de bolas de nieve y todos fuimos para casa pensando que por la mañana la nieve habría desaparecido. Vivíamos en la costa y la nieve, ni era algo frecuente ni se quedaba demasiado tiempo. De hecho, esa era la primera vez, a mis once años, que podía verla y tocarla físicamente.

Cuando nos levantamos, el día de Navidad era como se suele describir en los cuentos. La nieve, no solo permanecía, sino que lo cubría todo con un espesor de medio metro. Era imposible transitar por las calles y los vecinos se afanaban con sus palas en abrir unos senderos por los que poder llegar a las tiendas del barrio. Tampoco era muy necesario pues estos comercios, que solían abrir los festivos por la mañana, estaban totalmente desabastecidos porque no había ningún tipo de transporte habilitado para circular. Decía anteriormente que había disfrutado por primera vez la nieve y también la había sufrido, algo muy cierto porque de lo bucólico pasamos a la realidad de una única estufa de petróleo cuyo uso se hubo de racionar al no saber cuándo se podría comprar más combustible.

Diciembre y la Nochebuena, siguieron siendo protagonistas de algunas actividades durante mi juventud que recuerdo gratamente. La víspera de Navidad era una noche tradicionalmente hogareña. Familias y en algunos casos los vecinos más allegados se reunían en alegres veladas en las que se cantaba, bailaba y sobre todo se bebía. Con mis amigos, acostumbrábamos a juntarnos después de cenar y hacíamos la ronda por los domicilios de las respectivas familias para que nos invitasen a una copa. En muchas ocasiones aparecíamos en alguna de esas casas cuando la gente ya se había ido a la cama y volvían a levantarse para atendernos. Lo hacían, casi siempre, con la sonrisa en la cara y puede, pienso yo, que reprimiendo las ganas de darnos un escobazo. Nuestra ronda acababa al amanecer en plena montaña, en una Masía Restaurante junto a la cual había un campo de futbol. Dando patadas a un balón tratábamos de eliminar la resaca de una intensa noche de juerga.

Fue también, a finales de un mes de diciembre cuando murió la madre de mi madre, la única abuela que conocí y a la que quería con devoción. Culminaba ese fallecimiento dos meses trágicos en los que, de noviembre hasta ese día, también habían fallecido dos de mis tíos, hermanos de mi padre. Esas pérdidas se superan porque el cariño que yo sentía por esas personas me ayudaron y me ayudan a mantenerlas vivas en el recuerdo, pero, sin duda ninguna, fue una experiencia desoladora. Como decía, todo se supera y hoy todos ellos siguen formando parte de mi vida de otra forma.

Seguimos repasando diciembre, pero ya con sucesos más alegres.

Iban a ser mis primeras Navidades fuera de casa. Paquito, el Dictador, me había premiado con unas vacaciones de 16 meses en Las Islas Canarias sirviendo en su “glorioso ejército”. 

El permiso oficial, al que todos los soldados teníamos derecho, no me tocaba hasta los 11 meses de “mili” lo cual sucedería en febrero del año siguiente. Yo, ya estaba hecho a la idea de que pasaría las Fiestas en Lanzarote, pero la añoranza se apoderó de mi cuando a primeros de diciembre volví a Tenerife donde había desembarcado casi 9 meses antes para hacer el periodo de instrucción en Hoya Fría, el CIR de Reclutas.

En esta ocasión llegaba para hacer un examen buscando ascender a Cabo 1º; nunca le tuve apego a ser soldado pero la vida era mucho más fácil con galones que sin ellos y los conseguí, aunque no por ello me integrase con mayor dedicación a la vida militar. Mi desinterés era tal que acabé la mili sin saber marcar el paso.

Estuvimos unos días en Los Rodeos, muy cerca de La Laguna y en las horas de paseo por esa hermosa ciudad alguna de sus calles, sembrada de plataneros (no de los de comer), y el clima me recordaban mucho al principio de otoño en Mataró. Fueron momentos de intensa melancolía.

Cuando volví a Lanzarote ya estaba más tranquilo y conformado a tomarme la situación como parecía que debía ser. Digo parecía porque, sin esperarlo, me encontré con un “Hada madrina”, la mujer del Teniente Coronel que mandaba el acuartelamiento y un “Mago padrino”, uno de los Comandantes del mismo, que convirtieron aquel diciembre en mágico. Gracias a sus gestiones se me concedió un permiso extraordinario que me permitió, como en aquel famoso anuncio de turrón, volver a casa por Navidad. Fue la segunda vez, en su vida, que mi madre esperó nueve meses para verme pues justo ese tiempo pasó desde que salí de casa hasta que regresé de nuevo.

En mi vida laboral también diciembre ha sido importante. El 9 de diciembre de 2006 se inauguró la Estación de tren de Alta Velocidad de Camp de Tarragona. Se me había ofrecido la oportunidad de ser el primer Supervisor de la misma cosa que acepté encantado. Todo era nuevo y había que ponerlo a punto para que a partir de esa fecha la estación funcionase sin problemas. Fue ilusionante volcar en aquel lugar todo lo que había aprendido en mi trayectoria como ferroviario, adaptándolo a un tiempo distinto y un funcionamiento que poco tenía que ver con el ferrocarril tradicional.

Contaba con una plantilla totalmente nueva que se estrenaba en esas labores. Personas que carecían de experiencia pero que en su conjunto llegaban sin los vicios de los ferroviarios “viejos”, aquellos que yo llamo funcionarios costumbristas, y traían consigo una gran ilusión. Después de pulir un poco ese grupo, desechando lo que podíamos llamar “las malas hierbas” conseguimos ser una “orquesta afinada” con un rendimiento excepcional. Sin ninguna duda el mejor grupo humano que me ha tocado dirigir y en el cual el compañerismo nunca dejó lugar a que nadie olvidase cuál era su cometido y su responsabilidad. Nunca olvidaré esta experiencia, Tampoco a esas personas que lograron hacerme vivir mis últimos años en activo como los mejores de mi vida ferroviaria.

Dejo para el final de este recorrido por diciembre la mayor alegría que me ha proporcionado ese mes en uno de los 69 que he vivido hasta ahora. Mi primera nieta, Irene, vino al mundo un 29 de diciembre y trajo con ella un horizonte lleno de ilusiones como también lo haría dos años más tarde su hermana Paula.

Ser abuelo es uno de los grandes regalos que te puede hacer la vida. Se vive con la misma ilusión que la llegada de un hijo, pero, por decirlo de alguna manera, “con los deberes hechos”. Los hijos son parte de esa vida que estas conformando y como parte activa de la misma traen consigo las obligaciones y preocupaciones de un futuro común en el que prima la responsabilidad de encauzar su porvenir. Coinciden con los años en los que el trabajo propio y sus obligaciones escolares ocupan la mayor parte del tiempo, robando horas al entorno afectivo y de ocio familiar. Con los nietos es totalmente diferente, hay tiempo, menos responsabilidad en su educación y uno puede convertirse en niño en lugar de tratar de hacerlos adultos. Mis nietas son, sin duda, la gran alegría de mi vida.

No sé si este pequeño recorrido por mis diciembres vividos se ajusta a la idea que se tenía sobre escribir a un mes del calendario. En todo caso me ha hecho revivir algunos momentos importantes y fijarme en que, si bien el calendario no organiza nuestra vida sí es testigo fiel de la misma.

Ojalá, éste próximo diciembre que vendrá, recoja el final de este tiempo de zozobra que nos ha tocado vivir, recoja ilusiones nuevas, recoja esperanza y se pueda escribir en él, el final de esta Pandemia y otras enfermedades que nos castigan y también el inicio de un nuevo mundo más fraternal y más humano.

 

Matías Ortega Carmona