Ignoro si entre mis lectores se encontrará alguien del perosnal sanitario del Hospital Universitari Sant Joan de Reus. En el caso de que así fuere le pido que haga llegar esta entrada de mi Blog a sus compañeros y mi agradecimiento por el trato recibido (con pequeñas excepciones) por mi esposa y por mi mismo durante los días que hemos estado ingresados en ese lugar.
HISTORIAS HOSPITAL
SONRISAS BLANCAS
He
hecho varios recorridos por lo que han sido mis vivencias desde mi nacimiento
hasta hace poco tiempo, plasmándolos en dos libros que dejan constancia de las
mismas: MIS RECUERDOS, libro al que he dado poca difusión, pues su finalidad es
que mis hijos conozcan sus raíces y a sus antepasados, dentro de lo que yo he vivido y lo que he podido
averiguar en conversaciones familiares, y MIS PAISAJES, siendo éste un libro
que habla de los sentimientos que me han inspirado los paisajes en los que se
ha desarrollado, hasta hoy, mi vida y el cual sí estoy compartiendo
públicamente en mi Blog.
Acabo
de salir del Hospital Sant Joan de Reus en el cual he estado ocho días
ingresado, pero este lugar ya estaba siendo una segunda casa desde finales de
junio cuando Elena, mi esposa, fue ingresada en un proceso que la ha llevado a
una operación de hernia discal.
En
las largas horas -¿Por qué el tiempo transcurrirá tan lento en estos momentos?–
de incertidumbre por saber cuándo llegará la mejoría y también ante las dudas
en el diagnóstico de mi enfermedad he recordado las veces que me he encontrado
en estas circunstancias y mi paso por otros hospitales y al final he pensado
que, si escribo sobre otros hechos que me han acontecido, porqué no escribir
sobre éstas dejando constancia de las mismas y recordando, sobre todo, lo parte
positiva de ellas.
Es
cierto que -quizás cueste menos y desahogue más- cuando pasamos estos trances y
hablamos de ellos, nos centramos más en lo negativo que en lo positivo. Parece
que la crítica al sistema sanitario y a los profesionales del mismo pueda ser
un alivio para nuestras dolencias; yo comparto lo primero, la situación actual
me anima a ello, pero discrepo en lo segundo.
En
todos los colectivos existen las ovejas negras y éste no podía ser menos; buena
muestra de ello fueron, en su día, la
Jefa de la Sala
de Cirugía del Hospital Militar de Tenerife Sor L… que más bien parecía estar
casada con el diablo antes que con Dios, un Alférez Médico del CIR de Hoya
Fría, en la misma ciudad, que jugaba
al tenis cuando debía estar atendiendo enfermos, alguna enfermera, de la Residencia Sanitaria
de Soria, de carácter gélido, contagiada del frio del Moncayo o de las nevadas
cimas de los Picos de Urbión, o, por no extenderme más ,un par de enfermeras de
la Clínica La
Alianza de Mataró que, más que atender, castigaron a mi madre, ingresada en ese
centro, en los últimos días de su vida. Estas pérfidas personas, en el caso de
los galenos, utilizan los estetoscopios como un instrumento maldito que les
cuentan historias de dolencias que deben curar y en lugar de eso las agravan
maltratando a sus pacientes y ellas, algunas enfermeras, blanden las
jeringuillas cual lanza en ristre que tiene como destinario al contrincante en un torneo.
De ello, por desgracia, también hemos tenido constancia y lo hemos sufrido en
el Hospital Sant Joan de Reus, tanto mi mujer como yo.
Dicho
lo anterior, me remito a la opinión que daba antes y huyo de la generalización
o me apunto a ella en el mejor sentido. Lo sabía de antes, sin percatarme de
ello, pero en mi último ingreso en el Hospital Sant Joan de Reus y también en
el de mi esposa Elena he podido comprobar que hay médicos que sí se preocupan
de sus pacientes entendiendo su
sufrimiento, reconocen sus dudas en el diagnostico, pero tienen siempre en
mente la curación del paciente. Son capaces de asumir que las medidas que han
tomado no han supuesto ninguna mejora para el enfermo pero aún así lo reconfortan
y tratan de explicarle las dificultades de un tratamiento o de decirle, con una
grave sonrisa: “La situación no mejora y tenemos
que operar”, en lo que callan puedes intuir que también te dicen: “No te preocupes porque entendemos lo que estás
pasando y lo vamos a solucionar, todos estamos implicados y tu mejoría será mi
premio". Estoy seguro de que la mayoría de ellos
son así.
Mi
reconocimiento especial para el Doctor Víctor López de Frutos, la Doctora Paola
Ugarte y el resto del equipo de traumatólogos que han atendido a Elena y
en menor medida (mi caso es de menor gravedad) se han ocupado también de mí. De
igual manera un recuerdo para los doctores de Medicina Interna del Área de
Observación.
En
el caso de las enfermeras –ha sido tradicional que este oficio lo desarrollaran
siempre mujeres- o enfermeros, que cada vez hay
más, he descubierto que la
SONRISA VISTE DE BLANCO. Sus labios siempre te la brindan y
parecen pedirte perdón cuando clavan la traicionera aguja, cuando sus curas son
dolorosas o cuando te ven sufrir sin poder calmar tu dolor. A lo largo de los
días las/los ves moverse arriba y abajo para atenderte a ti y al resto de
enfermos. Su alegría contrasta con el medio en que se desenvuelven y llegas a
comprender que es su profesionalidad lo que las/los lleva a sonreír y bromear
delante del sufrimiento, no porque pasen de él, sino como una forma de
contagiar su optimismo para que el enfermo mejore su ánimo y se
fortalezca ante la enfermedad.
Realmente
en los recintos hospitalarios, especialmente en el Área de Observación del
Hospital Universitario Sant Joan de Reus, la SONRISA VISTE DE
BLANCO, siendo ésta un bálsamo que reconforta a los enfermos.
Reus julio del 2012
Han pasado ya trece años desde que escribí esta historia en los cuales (no era lo que yo había deseado para mi salud) mis visitas e ingresos en el Hospital Universitario Sant Joan de Reus se han ido repitiendo. Ahora por mis problemas respiratorios, debidos a mi Asma crónica, después por alguna Arritmia de corazón y hace justo un año, una Neumonía muy persistente y sin acabar de reponerme de ella me veo abocado a un cáncer de estómago que requiere operación y posterior tratamiento de quimioterapia.
Cáncer, suena terrible, inquieta, asusta a la mayoría de los mortales y no seré yo quien critique a los que al conocer la noticia caen en la depresión y el abatimiento. Sólo y desde mi propia experiencia, un consejo "ese no es el camino". Sé que es difícil llevar ese consejo a la práctica sobre todo cuando esta enfermedad se manifiesta con toda su virulencia y dolor pero creedme, tener la confianza en que podemos superarla ayuda muchísimo. Seguir las instrucciones del personal sanitario, médicos y enfermer@s, en cuanto al tratamiento y hacerlo con el ánimo elevado favorece la efectividad del mismo y da confianza, en primer lugar al paciente y también al personal que lo atiende, porque la mayoría de ellos sufren con nosotros la enfermedad aunque no nos demos cuenta porque vemos que siempre hacen su trabajo con su mejor sonrisa esas "Sonrisas Blancas" de las que hablaba en el 2012 y que sigo viendo en mis frecuentes visitas al Hospital.
Todos deseamos tener Salud pero algunos hemos batallado toda la vida con las enfermedades. En mi caso esas adversidades me han ido forjando para hacerme más fuerte animicamente.
Mi primera operación seria fue en el Hospital Militar de Tenerife y el encargado de realizarla fue el Capitán Médico Dr. Castaños del que guardo un gran recuerdo por ser un "Rara Avís" en aquel lugar. El trato que me dispensó, ademas de su buen hacer como cirujano fue de agradecer y me ayudó mucho para superar aquellos momentos tan difíciles. Nunca su trato fue de Oficial a Soldado sino de Médico a Paciente, conmigo y con el resto de compañeros ingresados. Pero como decía, Él, era la excepción. En ningún momento el resto del personal, las monjas que llevaban la Sala de Cirugía capitaneadas por su madre superiora y la mayoría de médicos permitían que olvidases que eras un soldado, eso en el Ejército Franquista equivalía a no ser nadie y con tu dignidad pisoteada constantemente. Fue una enseñanza dura pero, entre comillas, la agradezco porque cuando salí del Hospital lo hice con la lección aprendida. Pude con aquello y a partir de entonces, cada vez que he entrado en un quirófano, lo he hecho tranquilo y con la confianza de que saldría mejor de lo que entraba. Hasta ahora así ha sido. Por suerte ningún hospital en los que he estado se parecía en nada al Hospital Militar de Tenerife.
Ahora que veo cercano el fin de mi tratamiento contra el Cáncer miro hacia atrás y me satisface ver que el camino ha sido menos duro de lo que podía pensar. Ha habido algunos momentos peores que otros pero siempre dentro de unos límites soportables. Sé que no en todos los casos sucede lo mismo y lo he vivido en casos cercanos de mi familia donde el sufrimiento fue atroz. Aún así, sigo recomendando a los que paséis por este trance que nunca perdáis la fe en que podéis superarlo, eso os va a ayudar mucho, seguro.
Quiero deciros que de todo se saca algo positivo y en este caso he tenido la suerte de conocer y disfrutar (se disfruta más en un restaurante o un viaje, por supuesto) de un personal sanitario maravilloso que se desvive por hacer su trabajo para que el paciente piense menos en su enfermedad. El Área de Oncología de Reus es un referente por su buen hacer y personalmente agradezco la labor de todo el personal que allí trabaja y que me ha atendido.
Espero y deseo, en un futuro, no tener que frecuentar esos espacios sanitarios pero en todo caso, cuando lo necesite, sé que encontrare allí multitud de "Sonrisas Blancas".
Reus junio de 2025