lunes, 11 de junio de 2012

LIBRO DE VIAJE POR LOS RECUERDOS 3ª ENTREGA DE MIS PAISAJES


Un paisaje de mi infancia que no podía faltar, no en vano pasé en él ocho años de mi vida, fue el colegio. Se llamaba y creo que aún se llama Academia Bálmes, aunque era más conocido por el nombre del que entonces era su director, el Señor Banet.

Academia Balmes

Este colegio forma parte de unas instalaciones propiedad del Circulo Católico de Mataró en el que además de las aulas, destinadas a la docencia, existe un pequeño teatro llamado Sala Cabañes, una pista de baloncesto en la que jugaban los equipos de la Unión Deportiva y un bar que daba servicio a todo el complejo y al que, en mi época de estudiante, no teníamos acceso.

Sala Cabanyes
La Sala Cabañes tenía como objetivo dar a conocer obras representativas del acervo cultural catalán, sobre todo a niños y adolescentes, con el fin de preservar unas raíces y costumbres que la Dictadura no veía con buenos ojos. Estas actividades, enmarcadas en centros como el Circulo Católico, pasaban más desapercibidas.
Las representaciones estrella de la programación eran Els Pastorets, donde se revive año a año el nacimiento de Jesús y La Pasión en la que se rememora su muerte. Quizás porque forman parte de mi infancia, aunque he visto representadas esas obras en otros lugares, nunca he sentido la misma emoción que cuando las veía en aquella sala.
La entrada a la zona escolar estaba situada en la Plaza del Bous, llamada así porque está situada junto a lo que fue una de las puertas de la ciudad vieja. Por ella entraban las carretas tiradas por bueyes que descansaban en dicha plaza.
Frente al colegio, en lo que después sería el Instituto de Enseñanza Media Damiá Campeny, estaba el Cuartel de Bomberos. Las sirenas de los vehículos nos tenían al día de todos los incendios, u otras emergencias, que se producían en la ciudad.
Frente a la Sala Cabañes estaba situada la cárcel. Este edificio es hoy en día el cuartel de la Guardia Urbana de Mataró. Se trata de una construcción con gruesos muros de piedra y rejas en las ventanas que, básicamente, sigue conservando su estructura original. En ese centro penitenciario purgaban sus penas los delincuentes locales y de la comarca y también algunos presos llegados de otros lugares del país.

Antigua Carcel

Siempre me resultó curioso, y lo encontraba una condena añadida para los residentes de aquel centro, el que un patio anexo a la prisión sirviese de pista de baile en las tardes de los domingos y algunas verbenas. Imagino lo poco agradable que debía resultar para estos inquilinos privados de libertad ver, a través de los barrotes de sus ventanas, como las parejas se movían  haciendose carantoñas al son de la música.

La Riera
La calle que separa la antigua cárcel del complejo de lo que fue mi escuela es La Riera.Durante mucho tiempo fue la arteria principal de la ciudad. Empieza en la Plaza de España y finaliza en la Plaza Santana, muy cerca del mar y próxima a la estación del ferrocarril.
En esta avenida se situaban todos los cines que había en Mataró durante mi infancia y adolescencia. Al principio de la misma, bajando a mano derecha pegado a los terrenos de una gran vaquería a la que la modernidad y el tetra brik desterraron, estaba el Cine Monumental. Al igual que el resto de estas salas pasó de días de gloria a una penosa decadencia hasta que cerró sus puertas. Rescatado del ostracismo por el departamento de cultura del ayuntamiento, y bajo gestión municipal, ha sido remozado y es el único de estos centros que permanece activo. Para mi tiene unas connotaciones especiales pues, en la penumbra de su platea, conocí las caricias y los besos de aquel siempre recordado primer amor de juventud.
También en ese cine, por primera vez desde los tiempos de La Republica, se puso en escena una de la revistas musicales que triunfaban en El Paralelo de Barcelona. Fue todo un acontecimiento y constituyó un éxito tremendo de público, como es de suponer, en su mayoría masculino. Aunque el vestuario que utilizaban las mujeres que allí actuaban, sería hoy en día toda una manifestación de recato, para los varones de aquella época suponía toda una tentación e invitaba a pensar en el más erótico de los sueños ¡Como
cambian los tiempos!

En la acera de la izquierda, ocupando toda una gran manzana, se mantiene abierto el Colegio de Valldemia. El mismo es propiedad de los Jesuitas y da una idea del poder económico de esta orden religiosa.

Mansiones en La Riera

Entre el Cine Monumental y la Cárcel, casas de aspecto señorial servían de morada a algunas de las familias más adineradas de la ciudad. Las mansiones siguen ahí pero muchas de aquellas familias conocieron tiempos de crisis y tuvieron que deshacerse de ellas por no poder mantenerlas.
Un poco más abajo, en la misma acera, estaba uno de los personajes más emblemáticos de Mataró, El Churrero. Puede asegurarse, con muy poco margen de error, que todos los mataroneses le conocían. Hombre de una gordura descomunal era más famoso por este detalle que por la calidad de los productos que vendía. Y eso que sus churros y, sobre todo, sus patatas fritas eran insuperables. Muy aficionado al cine, había conseguido que en alguno de estos locales le tuviesen reservada una butaca de su tamaño para poder disfrutar del llamado séptimo arte. Este hombre y su gran humanidad fueron los culpables de una de las anécdotas de mi infancia:
 
“Había ido con mis padres y unos tíos a otro de los cines
ubicado en La Riera, El Ateneo, y antes de entrar a ver la
película, mis familiares, decidieron comprar patatas fritas.
Yo, que debía tener unos cinco años, me quedé tan
impresionado viendo aquel hombre tan gordo que no me
percaté de que mis acompañantes se iban y ellos, unos por
otros, me dejaron allí embobado mirando al Churrero.
Cuando me di cuenta de que mi familia no estaba se lo debí
decir a alguna persona que me llevó hasta el Ayuntamiento
(en aquellos tiempos no se raptaban niños). Un guardia
muy majo se ocupó de mí y además de darme parte de su
merienda avisó para que fuesen a recogerme. Coincidía que
un primo mío trabajaba en el Ayuntamiento y por ese
motivo lo acompañe en alguna ocasión a saludar a aquel
municipal que tan bien se portó conmigo”

Ayuntamiento

El Ayuntamiento también está situado en La Riera, en la zona que en algún tiempo fue el centro de la población. El edificio se ha quedado pequeño para albergar la actividad que genera una ciudad de 120000 habitantes y se han tenido que habilitar otras dependencias auxiliares, lo que no quita que sea en él donde se siguen tomando todas las decisiones que afectan a la vida pública.
En las fiestas de Las Santas Juliana y Semproniana, patronas de Mataró, la Casa Consistorial viste sus mejores galas y desde allí salen, para desfilar por todas las calles, los enanos cabezudos y los Gigantes que tan populares son en las fiestas mayores de toda Cataluña.

Gigantes y Cabezudos
No solo la vida pública se concentraba en La Riera, también el ocio y el comercio tenían en ella de su espacio principal. Otros cines ya desaparecidos: Moderno, Serra y Clavé ofrecían películas de diversos géneros para que cada cual escogiese la más adecuada a su preferencia.
Era casi una obligación en los días de fiesta, después de salir del cine o del baile, que toda la juventud fuese a pasear Riera arriba, Riera abajo desde El Churrero a La Plaza Santa Ana. También durante la semana, al salir del trabajo, era el lugar habitual de encuentro con los amigos o con la última chica/chico que habíamos conocido el domingo anterior.

1 comentario:

  1. Soy nacida en Mataró. Es un verdadero placer ver y leer parte de la memoria de la ciudad. Gracias, Matías. Te dejo un enlace que seguramente te gustará: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1702152799872271&set=a.113204802100420.27211.100002327034473&type=3&theater Un saludo

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