RIBEIRA SACRA - TEXTO Y FOTOGRAFÍAS

Me gusta contemplar el trabajo de los grandes artistas. Pintores, escultores, artesanos, las obras diseñadas por los grandes arquitectos, etc... pero con lo que quedo realmente extasiado y pierdo la noción del tiempo es con toda la belleza que puede verse en los espacios naturales. Cierto que en alguno de ellos, la mano del hombre ha contribuido a destacarles e incluso ha resaltado su belleza (claro que en muchos a sido todo lo contrario) pero en general La Naturaleza, por si sola, nos brinda paisajes y entornos que la mano del más grande de los artistas solamente puede copiar, ya sea a través de los pinceles y la fotografía o contar con mayor o menor acierto según la pericia del narrador. También, los arquitectos, diseñan grandes y hermosos edificios que desafían la gravedad elevándose hacia el cielo. Después los adornan con fuentes y jardines pretendiendo superar, sin conseguirlo, a lo ya creado en los valles y cordilleras de todo el planeta.

En mi caso, sin la pericia y pretensiones del artista, solo trato  de compartir con mis fotografías la belleza de los lugares que tengo la suerte de visitar y la dicha de contemplar, en este caso La Ribeira Sacra. A través de las provincias de Lugo y Ourense el Río Sil discurre por parajes de inmaculada belleza pero quizás es en ese lugar donde, en los llamados Cañones del Sil, se muestra en todo su esplendor. A lo largo del tiempo el agua ha ido horadando el terreno de forma que las cumbres que están a un lado y a otro del cauce parecen cada vez más altas, En las laderas de estas montañas, un poco a semejanza de lo que ocurre en las tierras del Priorato tarraconense, pero con mayor magnitud y riesgo para la integridad de quienes las trabajan, los hombres sembraron viñas que en ambos casos producen unos caldos de gran calidad. Se dice que fueron los monjes los que iniciaron estos cultivos y, quien sabe, quizás rezaron mucho y trabajaron aún más para que la tierra agradeciese tanto esfuerzo y nos regalase un néctar que seduce los mejores paladares. 

Las fotografías os cuentan el viaje hasta Doade, punto de encuentro de las provincias de Lugo y Ourense,   al que llegamos circulando por una carretera serpenteante.  

En el embarcadero tomamos el catamarán para hacer la travesía por el río.  Las laderas de los montes están cubiertas de viñedos que llegan prácticamente hasta el agua, observamos  en alguno de ellos los carriles para las vagonetas que tiradas por un cabrestante suben la uva después de su recolección. Pequeños botes amarrados a la orillan dejan constancia de que aún quedan algunos lugareños que se dedican a la pesca. Las rocas de la ribera presentan formas caprichosas; aguzando  la vista y la imaginación  podemos ver la imagen de un fraile con su capa y capucha y también la de la cara de un indio e incluso una rana posada sobre un peñasco.  El barco da la vuelta para regresar al punto de partida a la altura del Monasterio de Santo Estevo del que a lo lejos se divisa alguno de los edificios que lo componen.  Llegando al punto final de la travesía vemos como  un pequeño afluente  se entrega al Sil, ese gran río que lleva el agua para que, según se dice, el Miño lleve la fama.

Ribeira Sacra, surcos en el río,

el agua para navegar.

Para beber, haga calor o frío,

para recorrer el camino,

para calmar la sed,

para animar el alma,

siempre...mejor el vino. 

Matías Ortega Carmona

28 de junio de 2015.