lunes, 10 de agosto de 2015

VIAJE A CASTILLA Y LEÓN 2ª PARTE (SALAMANCA)





24 de marzo, hoy tenemos  previsto visitar la ciudad de   Salamanca.
Por la ventana de la habitación del Hotel Galaico, en Villalba, vemos con algo de preocupación que  tampoco el tiempo parece ser muy favorable para andar de paseo. La Sierra de Guadarrama muestra restos de la nevada del día anterior y cruzamos los dedos para que en la capital charra no nieve.
Desayunamos en el hotel y vamos caminando  hasta la estación que no está demasiado lejos. El frío por el momento es soportable y nos animamos unos a otros diciéndonos que tendremos más suerte que ayer. El tren en el que viajamos es del mismo tipo que el que el día anterior nos llevó hasta Ávila, cómodo, bastante rápido y con pocas paradas en el recorrido. Hoy circulamos por la misma vía hasta la ciudad de Santa Teresa, en la cual la linea se bifurca con un ramal hacia Medina del Campo y el otro a Salamanca. 

En los contornos de Ávila todavía queda nieve, sobre todo en las zonas donde llega poco el sol, desaparece al poco de perder de vista la ciudad y sus murallas.

A las 11, 10 horas llegamos a nuestro destino, hemos continuado en el tren hasta el final del trayecto en Salamanca Alamedilla, un apeadero en el que no hay ninguna dependencia que preste servicio a los viajeros, si exceptuamos el anden. La única ventaja es que quedamos más próximos a la zona monumental de la ciudad.
Llevamos un plano y diversa información, que siempre suelo pedir con antelación a las oficinas de turismo de los lugares que visitamos, pero aún así nos aseguramos preguntando a un transeúnte sobre cual es el camino más directo para llegar a la Catedral.  Seguimos sus indicaciones y en unos doce minutos estamos allí. 
En realidad la Catedral de Salamanca son dos monumentales iglesias adosadas la una a la otra. La Catedral Vieja, mezcla de estilos románico y gótico, se construyó entre los siglos XII y XIV y la Catedral Nueva ejecutó sus obras entre los siglos XVI y XVIII, están presentes en ella varios estilos que van del gótico tardío al renacentista y barroco. Cuesta creer, viendo el tamaño de la primera, que hubiese  que construir otra por que ésta  fuese insuficiente para acoger a los feligreses que concurrían en los oficios religiosos. Trato de imaginar el templo lleno y me da la impresión de que o acudían todos los salmantinos a la  vez o el motivo de la ampliación fue otro. Los deseos del Obispo de turno (en aquellos años Francisco de Bobadilla) de perpetuar su memoria como precursor de esa obra, que apoyaba el Rey Fernando el Católico, bien pudieron ser la causa. Sea como fuere visitar estos lugares, si uno está en Salamanca, es casi obligado.





Entramos en el conjunto catedralicio por la puerta de la Catedral Nueva. Los martes, entrando antes de las doce de la mañana, hacen precio especial para jubilados por eso solamente abonamos la tasa por los audífonos a través de los cuales vamos oyendo las explicaciones referentes a todo lo que vemos. 
Visitaremos primero la Catedral Vieja a la que se accede por una puerta lateral de la Nueva. Por una escalera de piedra bajamos hasta la nave central ya que los dos templos están construidos a distinto nivel. Me había hecho a la idea, quizás por lo de Vieja y por la pretensión en su día de derribarla, que esta Catedral no tendría demasiados alicientes y la vista del Retablo del Altar Mayor me saca de ese error. Las distintas tablas que lo componen muestran pasajes de la vida de la Virgen María y de Jesucristo pintados con maestría y belleza. Remata el conjunto una pintura del  Juicio Final que se eleva hacia  la cúpula, parece que  sus protagonistas nos miren desde el cielo y por un momento me pregunto si en verdad  ese momento llegará. Casi deseo que así sea y que los realmente malos paguen algún día por sus pecados. Evidentemente, sin querer presumir de santo y siendo consciente de nuestros errores, creo que   ni mis acompañantes, ni yo, debamos temer ningún castigo.



Escuchar las explicaciones,  hacer fotografías y admirar tanta belleza me hace pensar que un día para estar en Salamanca se nos va a hacer muy corto. Seguimos nuestro recorrido por las distintas capillas que componen este templo y tomo nota del mismo con las imágenes de mi cámara fotográfica. Estas son algunas de ellas:











La visita a la Catedral Vieja ha sido más rápido de lo que deseábamos pero nos queda mucho que ver y lo siguiente será la Catedral dedicada a la Virgen de la Asunción o Nueva.
La maravilla arquitectónica del Crucero y el Cimborrio, en la nave central, mantiene nuestra vista fija en las alturas durante un buen rato.





Bajamos la vista porque a nuestra altura también hay mucho que ver, como el Coro donde además de una magnifica sillería está la maqueta del tabernáculo.



 
Otra de las características de este lugar es que dispone de dos monumentales órganos cosa nada frecuente al menos hasta donde yo conozco.



Al mirar hacia las vidrieras vemos personas que caminan por un estrecho pasillo de servicio, situado a media altura del edificio y habilitado en algunos tramos para los visitantes:
 


El Altar Mayor carece de retablo y su lugar lo ocupa un dosel de terciopelo rojo que preside  una imagen de la Virgen de la Asunción.


Otras capillas laterales son también de gran belleza y seguimos nuestro visita admirando cada detalle:









La pila bautismal nos despide, por el momento, de las dos catedrales.




 Salimos al exterior donde el tiempo se mantiene aceptable, con frío como es natural por estas tierras; no llueve ni nieva lo cual se agradece en gran manera.


Nos encaminamos  hacia la Plaza Mayor con la presencia al fondo de las torres de La Clerencía cuya visita quedará  para otra ocasión, este y otros lugares son una asignatura pendiente como lo es volver a Salamanca.
Hemos alimentado el espíritu o el intelecto, como cada uno quiera llamarle, pero nuestro estómago nos avisa de que quiere su parte. Llevo anotados los nombres de algunos restaurantes que he mirado en Internet pero tenemos la suerte de que, al preguntar a una pareja de la Guardia Urbana por ellos, nos hablen de otro lugar cercano y recomendable. Se trata del restaurante de la Facultad de Filología (si no recuerdo mal),  un antiguo palacio cuyas caballerizas reconvertidas alimentan ahora a personas en lugar de caballos. El servicio es muy atento y la comida abundante y buena la acompañamos con un vino de Ribera de Duero. Son platos combinados con productos de excelente calidad. El camarero que nos atiende tiene la amabilidad de recomendarnos que nos comamos un plato antes de encargar otro, a no ser que nuestro apetito sea realmente voraz. Nos ha visto muy decididos y, de no ser por el aviso, no habríamos podido comernos todo lo que pensábamos pedir.



Después de recuperar fuerzas vamos de nuevo hasta la Catedral. Ahora toca subir a las alturas aunque somos conscientes de que esa altura, que sobrepasa los cien metroses demasiado para nosotros teniendo en cuenta que no hay ascensor.
Subimos hasta la mitad de una de las torres y desde ese punto la vista es esplendida, seguramente desde arriba del todo  será mejor pero nos conformamos. El que más y el que menos ya está un poco castigado físicamente y a mi, en particular, la espalda me está martirizando con un dolor intenso que se agudiza con el frío.
Salamanca a nuestros pies, desde donde estamos se divisa prácticamente toda la ciudad. No se si me ubico bien pero creo que es hacia el sur donde podemos contemplar el Río Tórmes y el Puente Romano, una de las muchas maravillas que nos legó esa civilización y que aún hoy en día se mantiene en pie. A poca distancia otro puente mas moderno soporta el tráfico rodado desde una margen a otra del río.





En el recorrido de la mañana por el interior de la catedral  hablaba de una pequeña galería de servicio a la que, en algunos tramos, podían acceder los visitantes. Desde el punto de la torre en que nos encontramos pasamos a uno de ellos y podemos contemplar lo que ya conocíamos pero con una perspectiva diferente. El retablo del Altar Mayor de la Catedral Vieja tiene desde este punto un encanto especial, así como la parte restante del templo que alcanzamos a ver.




En una sala de la torre podemos contemplar una de las vigas de madera, afectada por el terremoto de Lisboa de 1755, que aún se conserva. Ese seísmo que tuvo el epicentro en la capital lusa afectó también a muchos puntos y monumentos de la geografía castellana. En otra de las salas podemos ver una de las antiguas campanas y fotografías que nos hablan de la historia de este lugar.



Nuestro siguiente destino es, siguiendo los pasos que nos narra en su novela Fernando Rojas, visitar el huerto en el que la Celestina propiciaba los encuentros de Calixto y Melibea. Es un jardín pequeño, bien cuidado, que para mi gusto pierde su encanto cuando la afluencia de visitantes es masiva. Tenemos suerte y el ruidoso grupo de estudiantes que encontramos a nuestra llegada se marcha enseguida. Así, en la soledad del lugar, uno puede soñar con ver a los dos amantes arrullándose en alguno de los bancos junto a los rosales, mientras la Celestina, vigilante, ejerce de guardiana  del furtivo encuentro.





Desde estos jardines se puede contemplar la más alta de las torres catedralicias elevándose con gallardía en el cielo castellano.


Nos despedimos del recuerdo de Calixto y Melibea para dirigirnos a otro de los lugares emblemáticos de la ciudad. Se trata de La Casa Lis, o Museo Art Nouveau y Art Déco de Salamanca. Es un edificio antiguo reformado con trazas modernistas y con unas esplendidas cristaleras. En el interior se puede ver una exposición muy variada (de la que no puedo mostrar nada ya que nos prohíben hacer fotografías) de cuadros, tallas, esculturas, cerámicas, piezas de vidrio, etc. La visita es más breve de lo que nos gustaría ya que hemos de administrar nuestro tiempo  pero salimos satisfechos de haber conocido este museo.



La tarde avanza y no podemos despedirnos de Salamanca sin visitar, aunque solo sea el exterior, su Universidad, la más antigua de España y la cuarta en Europa. 


La plaza a la que se asoman los edificios universitarios, llamada Patio de las Escuelas,  está presidida por una estatua de Fray Luis de León, seguramente su docente más famoso. Académico mal visto y peor tolerado por los estamentos eclesiásticos, éste fraile, sufrió prisión condenado por la Inquisición. Años más tarde, una vez excarcelado, al retomar la docencia, en su primer día de clase,  saludó a sus alumnos con una frase que quedó para siempre en la historia - "Decíamos ayer..."
Algo que todo el mundo busca y no todo el mundo encuentra, en la magnifica fachada del edificio universitario, es su famosa rana. Nosotros, nos unimos a los muchos "mirones" (la mayoría jóvenes estudiantes) que se devanan en encontrar al anfibio y tenemos la suerte de que un señor, al parecer profesor, indica el lugar donde esta posado el "bichito". De no ser por este detalle, es más que probable que no hubiésemos descubierto ese enigma. Si los que me leéis, estáis atentos al repasar las fotografías, también lo descubriréis, si no lo conseguís una visita a Salamanca puede ser la solución. Se cuenta que los estudiantes que descubren la rana, por si solos, tienen casi asegurado el aprobado en sus exámenes.




Se agota el tiempo y el que nos queda lo dedicamos a pasear y ver un poco más la ciudad. Pasamos por delante de la Casa de las Conchas:


y después de fotografiar a un aplicado escribano:


llegamos a uno de los lugares emblemáticos de Salamanca, su Plaza Mayor.  Que mejor sitio para dar por concluida nuestra estancia en este bello lugar. Aquí nos hacemos las fotografías de rigor antes de bajar hasta la Gran Vía donde cogeremos un autobús para ir hasta  la estación de ferrocarril.





Las estaciones ferroviarias, sobre todo las grandes terminales, hace tiempo que dejaron de ser, solamente, un lugar de llegada y salida de trenes. Hoy en día la mayor parte de su espacio se dedica a fines comerciales que poco tienen que ver con la explotación ferroviaria pero que aportan ingresos extras al ferrocarril. Salamanca está integrada en los llamados centros Vialia y una gran área comercial disfraza de tal manera las dependencias del ferrocarril que si no lo sabes es difícil pensar que allí puedas encontrar un tren.


No decimos adiós sino hasta otra ocasión, Salamanca. Cansados pero contentos, ya a bordo de nuestro tren, atravesamos de nuevo tierras salmantinas y avileñas para pasar la noche en  el hotel de Villalba de Guadarrama. Mañana toca viajar de nuevo, Segovia y su Acueducto nos esperan.

24 de marzo de 2015

Matías Ortega Carmona

2 comentarios:

  1. Gracias, Matías excelente recorrido, como siempre es un lujo pasear por esos hermosos lugares. Gran anfitrión, historias, Literatura, escultura.Derroche de conocimiento, todo recreado con las bellas fotos, te reitero las gracias. Al menos conozco tanta belleza por ti.
    Bendiciones! ��

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  2. Gracias a ti Caridad por ser una de mis más fieles lectoras. Seguiré compartiendo esos viajes virtuales para que conozcas más lugares con belleza e historia. A este le queda una tercera parte que es Segovia. Saludos

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